Palestina y su reconocimiento como Estado y como miembro pleno de la ONU

Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa, desde 2017, ha remecido al mundo con su acertado anuncio del inminente reconocimiento de Palestina como Estado, es decir, con soberanía y como sujeto del derecho internacional, en las mismísimas características que la propia Francia, y lo hará realidad en el marco del 80° período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el mes de setiembre próximo. Aunque la inmensa mayoría de Estados de la comunidad internacional ya lo ha hecho, incluido el Perú, que, por cierto, hace rato la cancillería debió pronunciarse en la misma línea de Francia, confirmando la coherencia de nuestra política exterior, será bueno precisar que, más allá de los reconocimientos unilaterales, Palestina hasta ahora no ha sido aceptado como miembro pleno de la ONU. Veamos. Palestina, tiene todo el derecho de contar con el mismo reconocimiento del que goza Israel, gracias a la Resolución 181 de la ONU, del 29 de noviembre de 1947, que recomendó la creación de dos Estados: Palestina e Israel. No es un secreto que Palestina la descartó y siempre dije que fue un error, padeciendo la indiferencia o el rechazo, principalmente de las naciones de occidente, aunque con el transcurso de los años, ha cambiado. En ese proceso, Palestina sufrió el despojo de sus territorios por Israel, apareciendo los asentamientos judíos y por el desplazamiento de los palestinos, los campos de refugiados. Así, la crisis entre ambos Estados pasó a convertirse en el problema central del Medio Oriente como hasta ahora y allí está la gravísima situación en Gaza para confirmarlo. Desde hace más de 75 años, entonces, la intolerancia ha sido la regla entre ambos países, pues los palestinos fueron arrinconados en los referidos campamentos de refugiados y los israelíes hasta ahora no conocen del derecho de vivir en paz. Así han convivido por las últimas décadas, con violencia extrema, sin ser capaces de elevarse para voltear la página hacia la paz. Ninguno de los dos Estados cuenta con interlocutores válidos como para emprender un camino de negociación profunda para lograr el resultado esperado. Mientras la actual guerra entre Israel y Hamás persista, será muy complicado hablar de paz. Palestina hacia adentro deberá ordenar la regencia del poder político, neutralizando y liquidando al extremismo de Hamás, e Israel, reemplazando al primer ministro, Benjamín Netanyahu, bastante desgastado y concentrado en su agenda de sobrevivencia política. El reconocimiento de Palestina por parte de Francia no cambiará, en lo inmediato, la situación calamitosa en Medio Oriente, pero sí contribuirá en el camino hacia la paz. Mientras tanto, en la ONU, Palestina continuará en la condición de Estado observador, pues, aunque sigan prosperando otros reconocimientos nacionales, bastará con que Estados Unidos de América se oponga en el Consejo de Seguridad (Derecho de veto), para quedar desvanecido cualquier intento de otorgar el status de Estado miembro pleno a Palestina. Esa es la realidad. Solamente una negociación profunda con participación de la ONU y de los actores relevantes del planeta, pues es un asunto de poder, cambiará está trágica realidad para palestinos e israelíes.

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