Paisaje de otra fiesta
Tiene la mañana una luz con brillo de fiesta, muy distinta a la que a media caña acompañaba anoche a la luna desdibujada por ese mantón de nubes que la tenía medio escondida medio mostrándose como si quisiera ser imagen de la limeña que con saya y manto dio vida a la tapada, reina y señora no de la canción criolla sí de esa Lima donde la riqueza y calidad de quienes la gobernaban y habitaban crearon y dejaron huella en esa ciudad muy difícil de repetir y hoy se quiere poner en valor, con mucho esfuerzo, color y esa abundancia de, seguro el nombre correcto es otro, fanales que han sembrado hasta en edificios que jamás los tuvieron porque fueron construidos en pleno siglo XX. Me dirás, pero se ha recuperado mucho; te diré, de acuerdo, pero no es mi cau cau todo lo que están haciendo en esa ciudad que Francisco Pizarro fundó el 18 de enero de 1535 con el nombre de La Ciudad de los Reyes, recordando que el 6 de enero, día que se celebra la Epifanía, Juan Tello de Guzmán, Ruy Díaz y Alonso Martín de Don Benito, salieron con el encargo de buscar espacio adecuado para asentarse. Y lo encontraron. Entonces, es por Gaspar, Baltazar y Melchor, no por los antecesores de Felipe VI y Letizia, que Lima es de Los Reyes y en el escudo tiene su estrella guía. Este dato que tiene como fuente la Página Perdida, puedo usarlo gracias a Gabriela Arakaki.
El jueves no fui de la partida en la celebración urbana. Boceté mi Crónica pensando en estas fotos que con otras tengo reunidas como Paisaje de media mañana, horas en que los vendedores con su oferta de las tajadas de sandía, piña y papaya, los plátanos, los jugos de naranja que perfuman esos pedazos de calle son personajes que tienen clientes fijos y también ocasionales. Me es grato verlos al borde de la vereda cumpliendo disposiciones municipales con ropa y puestos impecables, pequeños puertos donde acoderan el apuro, la correría de las compras y papeleos, se hace tiempo para una pequeña conversa y el regreso a la tarea de casa. También son perfectos para una compra al paso, tienen la ayuda y apoyo de las botellas de plástico para llevar los jugos. Los veo como si fueran versión actual de los pregoneros que pintó Pancho Fierro y hace pocos años, junto a otros personajes los trató Miguel Aguirre y expuso en la galería Lucía de la Puente, Barranco. Disfruto el modo y arte con que ordenan y componen su mercadería. Con formas, volúmenes y color en sus espacios crean obras efímeras que mantienen cercanía con el orden riguroso que tienen los temas y motivos en los tejidos peruanos de siglos atrás y también en los tradicionales actuales. Orden que puedes encontrar en los puestos de los mercados, las carretillas, los estantes y vitrinas de despachos y bodegas. Lo veo como la presencia de una historia, de un carácter, de un Perú ancestral que se expresa con sus propios códigos dándole a esa heredad el valor del uso, convivencia y manejo de lo nuevo.
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