«Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios»
Estamos ante el Domingo XXIX del Tiempo Ordinario. La primera Palabra es del Profeta Isaías, dice: “Doblegaré ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las puertas, los batientes no se le cerrarán…Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí, no hay dios. Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de Oriente a Occidente que no hay otro fuera de mí”. Todos estamos buscando a la eternidad, el hombre tiene hambre y sed de lo eterno, por eso hoy el Señor viene a decirnos: Yo soy el único, soy eterno. Hermanos, volvamos ante el Señor, estamos a tiempo, convirtámonos, transformémonos en el Eterno.
Dice el Salmo 95: “Aclamad la gloria y el poder del Señor, cantad al Señor un cántico nuevo… los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo”. Son falsos los dioses que se nos presentan con el dinero la falsa seguridad, la apariencia del bien, las agendas… no hay más agenda que lo Eterno, que Dios. Hermanos, sigamos al que nos ha creado, por eso dice la Palabra: “familias de los pueblos, aclamad al Señor”.
Retornemos a la verdadera edificación que es la familia.
La segunda Palabra, que es del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses, comienza diciendo: “Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los tesalonicenses”.
Fijaros que es el mayor equipo de evangelización de todos los tiempos. “A vosotros, gracia y la paz”. Esta es la misión de la Iglesia, crear la paz y la gratuidad de este Espíritu para aquellos que hemos matado, que hemos pecado, que somos egoístas. Hermanos, Dios está ofreciendo gratuitamente su Espíritu. “Cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda.”
La Palabra de Dios tiene el poder de transformar nuestro corazón si lo leemos en la asamblea, porque es fuerza del Espíritu Santo, es una convicción profunda.
El Evangelio de San Mateo dice que unos herodianos quisieron comprometer a Jesús. ¿Quiénes eran estos herodianos? Los herodianos eran unos hipócritas, se escudaban en pagar impuestos a Roma. Estos herodianos le preguntas a Jesús: ¿es lícito pagar impuesto al César o no? Hermanos, ¿Cristo donde habita? Cristo no habita en el exterior, no habita en la política, “habita en el corazón del hombre”, dice San
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