¿Otro revolucionario enseñando en San Marcos?

En el año y medio que el Perú perdió por culpa del mequetrefe Pedro Castillo, este ideologizado sujeto ganó lo que jamás imaginaría atesorar por hacer cualquier cosa, menos gobernar. ¡Aunque cualquier cosa, en este caso, implicó destruir el Estado peruano! ¡Y ello lo consiguió Castillo en dieciocho meses de desgobierno! Un récord mundial.
Como era previsible, mucha gente infame acompañó a este individuo repleto de odios, resentimientos, analfabetismo y medianías. Y sin duda, de muchas ganas de descargar sus fobias contra quienes se prepararon en la vida rompiéndose el seso por estudiar en la escuela, la universidad; e, inclusive, alcanzar el postgrado. Mientras Castillo apenas estudió la primaria. Pero no por falta de recursos, sino porque su espíritu revanchista —y su tremendo odio hacia quienes destacan en la vida— lo llevó a quedarse en la dirigencia sindical de la facción sendero luminoso que alberga a una fracción del magisterio nacional; siendo, a estas alturas de su vida, apenas un maestrito de cuarto año de primaria, comprobadamente gregario y aborregado.
Pero como el poder atrae —y atrae, por sobre todo, a los malos, a los adocenados y a los imbéciles— Castillo imantó a mucha gente —asimismo mediocre y resentida como él— que lo acompañó incluso a dar el golpe de Estado. Razón por la que Castillo está denunciado y procesado, encontrándose con detención provisional en un espacio de aquella cárcel dorada habilitada para la pléyade de presidentes peruanos que han delinquido, llamada penal de Barbadillo.
Uno de los sujetos atraídos por Castillo se llama Aníbal Torres Vásquez; cumple 82 años próximamente y fue primer ministro desde el 8 de febrero de 2022 hasta el 24 de noviembre de ese mismo año. “Curiosamente”, 13 días antes del golpe de Estado que diera Castillo, asumió el cargo de primera ministra la inefable multiministra Betsy Chávez, otra comunista prepotente hasta no más.
El taimado Aníbal Torres Vásquez —como viejo zorro, también comunista— huyó como rata oliéndose el golpe que estaba anunciado desde hacía mucho tiempo. ¡Pero se refugió, cómodamente, como catedrático universitario pagado por el Estado!
La pregunta es: ¿qué hace metido Aníbal Torres en la Universidad San Marcos en calidad de catedrático de Derecho? ¿Olvida que fue primer ministro del comunista Castillo, a quien mañosamente acompañó en Palacio de Gobierno, con su sucesora, Betssy Chávez, hasta instantes antes de que Castillo leyera su mensaje golpista por televisión? ¿Acaso el ejemplo que pretende dársele a los alumnos sanmarquinos es que todo vale en el Perú? ¿O quizá sea transmitirles que quien fue —durante más tiempo consecutivo— la mano derecha de un presidente comunista, analfabeto y golpista, y estuvo asesorando hasta diez días antes de dar el golpe de Estado, puede ser un confiable catedrático de Derecho que respeta la Constitución y las leyes, que luego enseñará al alumnado?
Si la rectora de San Marcos, mayor centro de enseñanza superior del país, mantiene a Aníbal Torres como catedrático de cualquier cosa, el Perú seguirá siendo un país sin futuro, ligado a la podredumbre del “todo vale”.

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