Otra vez el cierre del Congreso
Los ministerios formales están pintados en el cuadro de esta falsa democracia; quienes gobiernan la nación en esta dictadura internacional son los operadores de Soros agrupados en ONG financiadas por millones de dólares y que además reciben millones de soles del Tesoro Público para dictar los modos de imponer la agenda de la muerte y de la perversión mientras se rasgan las vestiduras de luchadores contra la corrupción, usando a un improvisado presidente que cumple a pie y juntillas sus tenebrosos “consejos” que obedecen a los dictados del gobierno mundial.
Cerrar un Congreso que viene derogando los decretos legislativos que buscan imponernos el gobierno mundial sin posibilidad de protesta social, para “elegir” congresistas a la medida del plan de colonización del Perú, es pues de necesidad urgente para los traidores a la Patria que se han coludido con la organización delictiva internacional que está sometiendo a nuestra nación a una dictadura global política, económica, social y cultural.
Más aún, cuando se están conformando comisiones investigadoras que sacarán a la luz las responsabilidades penales de los autores y cómplices de la ideología de la perversión y envilecimiento de los niños en los textos escolares, lo que ha movido las aguas oenegistas, cuyos representantes hablan al oído al Presidente y le presentan cerrar el Congreso como el acto democrático urgente para completar la lucha anticorrupción que sólo está en sus mentes enrevesadas por el mal.
Vizcarra, quien ya sabe de los alcances de los artículos 117 y 113 inciso 5 de la Constitución, guarda silencio y deja estratégicamente que sus medios controlados aticen la hoguera contra el Congreso, con titulares que claman por su cierre, para justificar ante la población un golpe de Estado de la corrupción oficial del país disfrazada de lucha anticorrupción, o sea, el mundo al revés que tanto quieren imponernos Soros, sus amigos ricos y sus operadores nacionales deleznables, quebrando los principios y valores que han sostenido la moral pública nacional y la cordura social.
Un fiscal supremo que se defiende ante el Congreso por falsas denuncias de los aliados del Gobierno, un presidente con 47 denuncias penales que espera archivar fraudulentamente, cientos de personajes oscuros sirviendo a la corrupción internacional, la justicia controlada políticamente por la corrupción oficial, y se pregona el cierre del Congreso como la solución, un contrasentido que evidencia la crisis moral de la nación.