Otra vez con el disparate de la ‘Toma de Lima’
Por tercera vez, los grupos –reducidos en número e integrantes, pero muy amplios en estímulo y financiamiento– que buscan se reponga en el cargo al taimado P. Castillo, catapultado a presidente de la República con malas artes y que provocó su propia caída, anuncian su propósito de alterar la normalidad de las actividades de la capital del Perú. Ello, pese a que en las dos anteriores ocasiones similar objetivo resultó en un rotundo fracaso. Esta vez hasta pretenden que podrán “tomar”, en simultáneo, otras ciudades capitales del interior del país.
Es claro que la terminación imprevista del régimen del dizque rondero y campesino y ciertamente mal chotano, descolocó a buena parte de quienes resultaron empoderados en un régimen corrompido y corruptor desde el inicio. Es claro que quedaron recursos económicos, de origen no declarado pero fácilmente identificable, disponibles para financiar tales intentos de alterar la vida de los peruanos.
A estos defensores del improbable magíster, poco o nada les importa haber destruido el futuro inmediato y a mediano plazo de sus propias regiones de origen, como es el caso de Puno y Cusco, donde se produjeron lamentables pérdidas de vidas humanas y lesiones graves a muchas personas, destrucción de bienes públicos y privados, paralización de las actividades previstas en los días de los desórdenes provocados y en las semanas y meses siguientes.
Obvio que los organizadores de la “toma de Lima” y de otras ciudades usan la artimaña de rodear sus planes de una retorcida palabrería alusiva a supuestas carencias e injusticias.
Sin duda hay muchas carencias e injusticias por resolver, que afectan a muchos peruanos en el interior y también en Lima, pero nada más lejos del propósito y conducta mostrada por los castillistas, sin contar que gran parte de los problemas que afectan a los pueblos al interior del país son responsabilidad de las autoridades regionales y locales que esos mismos pueblos vienen eligiendo en las dos últimas décadas y que, salvo limitadas excepciones, han dilapidado en corrupción e ineficiencia cuantiosos presupuestos anuales disponibles.
Lima, provincia, capital del Perú, representa casi un tercio de la población nacional y más de una tercera parte de sus habitantes son nacidos en otras provincias del Perú.
Es decir, Lima ya está “tomada”, en el buen sentido de la palabra. Y son sus pobladores, sobre todo aquellos que cada día batallan por generar los recursos para su subsistencia, los que desean que su vida no sea afectada por facinerosos violentistas ni por los ingenuos que los secundan.
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