Otárola debe irse
El Primer Ministro, Alberto Otárola, asumió la PCM tras un brevísimo paso de apenas unos días de su antecesor, el abogado exdecano CAL Pedro Angulo. Sin duda un primer error de Boluarte fue colocar a Angulo como cabeza del Gabinete. No tenía ni el carácter, ni el peso político, ni la experiencia para aquella misión, además en tiempos tan turbulentos. En el marco de las protestas derivadas de la asuncion de Boluarte y la cárcel de Castillo, Angulo dimitió rápidamente dejando a Otárola al frente. En el fragor de los primeros embates y dificultades es cierto que la forma solemne con la que el exfuncionario humalista respondía inconmovible a las críticas y cuestionamientos resultó funcional a la Presidente sustituta. Hoy, sin embargo, ello ha empezado a restarle ostensiblemente.
Ya han pasado casi 10 meses desde que Otárola genera en varios espacios la sensación de ser más bien él quien encabeza el régimen y que Boluarte está perdida en el espacio para todo efecto práctico. Yo estoy en una posición crítica respecto a ese dicho de que Otárola gobierna y no Dina, ya que veo que en realidad nadie gobierna, ni uno ni otro y que esta conformación ejecutiva navega a la deriva, sin liderazgo ni dirección. Este finalmente es un Gobierno débil e incoherente, poco fiable. El mismo PCM acaba de declarar saliendo de “Perúmin” -despues de decirle a los mineros todo lo contrario- que Tía María no va, clavándoles con esto una puñalada a la gran minería que acababa de aplaudirlo ingenuamente instantes antes. La salida de Otárola por tanto no resultará una gran pérdida, al contrario sería una buena oportunidad de ensamblar un nuevo Gabinete, esperemos más capaz y amplio.
Las protestas, que afrontó finalmente Otárola como PCM, estuvieron preparadas con tiempo por el golpista Castillo; iban a ser para consolidar su toma antidemocrática del poder total. El chotano no se imaginó estar tras las rejas y despojado de la presidencia pocas horas después de ordenar asaltar las instituciones republicanas. Por ello las protestas tienen que variar a exigir su libertad. Pero, aún con esta derivada debemos decir que el saldo de más de 60 perdidas de vidas humanas no ha sido para nada bueno y el Gobierno no preparó ninguna explicación ni el resultado de ninguna investigación. Ello es grave y es totalmente atribuible a Otárola. En otras latitudes se han dado protestas y tensiones sociales incluso más graves sin tantos fallecimientos.
Peor aún en estos meses la situación general del país parece estancarse hasta casi el decrecimiento en lo económico, agravarse muchísimo en materia de seguridad ciudadana, empezar a ser un relativo festín en la corrupción -ya que el Congreso no fiscaliza- y perder sintonía popular a pasos agigantados. Todo ello también cosecha de Otárola.
Si los propósitos de Boluarte son atraer inversiones, reducir la criminalidad ostensiblemente, prepararse para afrontar el fenómeno del Niño, reducir la corrupción y potenciar un enfoque social de su administración no hay forma de que un primer paso no sea cambiar de Primer Ministro. Ni los actores sociales, ni los empresarios, ni los políticos, ni la prensa, ni nadie va a creer en un cambio de rumbo del Perú manteniendo al actual PCM. Otárola debe irse.
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