Orden y tolerancia por los símbolos del Perú
La Ley N° 32251 “Ley que unifica y armoniza la regulación de los símbolos de la patria…”, del 18.01.25, realmente puso orden al uso y tratamiento de los símbolos del Perú, enmarcándolos, pues hasta ese momento era un completo zafarrancho y nadie dice nada, porque no somos capaces de mirarnos al espejo y reconocer que somos un país, aunque con enormes fortalezas histórico-culturales, lamentablemente con una sociedad dominada hasta los huesos por la informalidad y el así nomás, propios de una nación subdesarrollada. Si invirtiéramos en la educación de nuestra linda gente, el enfoque con el que veríamos a las recientes medidas dictadas para uniformizar el correcto e idóneo uso de los símbolos del Perú, sería de máximo respeto que, precisamente, no se ve en las redes sociales, donde se dispara una montaña de opiniones infundadas y hasta con adjetivos que jamás vamos a reproducir en esta honrosa columna, la inmensa mayoría, surgidas del completo desconocimiento, pero también, desgraciadamente, de la mala entraña, buscando sacarle el máximo provecho en favor de intereses particulares, sin importar un ápice la patria. El proyecto de Reglamento de la referida ley 32251 no ha sido impuesto. Al contrario, está en consulta para que las instituciones interesadas y la ciudadanía, formulen su parecer, y no ha sido elaborado por un grupito o al caballazo, como se ha dicho; al contrario, deviene de un comité intersectorial integrado por representantes de diversos ministerios (PCM, RR.EE., Defensa, Interior, Educación y Cultura), –eso es lo serio–, cuyo objeto central es “fortalecer la identidad nacional, así como dictar medidas para el uso y difusión de los símbolos de la patria”. Solo en un país como el Perú, en el que sus autoridades -incluido este gobierno-, no quieren invertir en la educación, la primera reacción a la referida norma cívico-patriótica, penosamente es de rechazo o cuestionamiento. No hay espacio para la buena fe que se desprende por todos los rincones de su texto, que he leído íntegramente, porque no sabemos valorar ni conocemos la naturaleza impoluta, inmaculada e inconmensurable de los símbolos del Perú. Así, la medida que dispone difundir el Himno Nacional –casi nadie lo canta o escucha–, se dicta para mantener viva nuestra estructura psíquico-afectiva de conexión con la patria que nos vio nacer y no para imponerla a la pauta de un respetable programa radial. Fácilmente podría regularse con alguna flexibilización, eso sí, sin exoneración que valga. Prohibir el comercio de prendas con la figura del escudo de armas es correcto y necesario, y rápidamente se cree que es una medida contra los bolsillos de nuestros esforzados comerciantes. El Gobierno debería tolerar la venta del stock producido hasta que se agoté, y los productores comprender que ya no podrán fabricarlos, y la gente aprender qué si y qué no podrían lucir. Nada de lo anterior pasaría si fuéramos el país educado y nacionalista que no somos, porque NADIE quiere invertir en la peruanidad que nos enseñaron Jorge Basadre, José María Arguedas y Víctor Andrés Belaunde, base de nuestra identidad nacional. Por eso seguimos de cabeza hasta que alguien haga realidad la REVOLUCIÓN EDUCATIVA que necesitamos.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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