¿Oportunidades o asistencialismo?
Nos encontramos en un tiempo en el que las discusiones sobre igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres han pasado a un segundo plano. Las naciones no miden su nivel de desarrollo sólo a través de estadísticas de género con mayor empleo en la sociedad. Necesitamos hablar y debatir sobre la igualdad de oportunidades en diferentes grupos de edades, niveles socioeconómicos y demográficos. No tenemos a esa clase política que abra la puerta de las oportunidades a ese grupo social que las busca y merece. Mientras no atendamos esa deficiencia en nuestro sistema público, no podemos referirnos a nosotros mismos como un país justo.
Estoy convencida de que toda persona que piensa, desea, busca salir de la pobreza y construir su futuro, merece la oportunidad y herramientas para lograrlo. Asimismo, considero que el Estado tiene la obligación de generar esas oportunidades sólo para aquellos que están dispuestos a pagar el precio de lo que significa cumplir determinadas metas. ¿Por qué menciono la frase "sólo para aquellos"? A la izquierda le encanta esparcir la mentira de que el mundo será una bandeja de justicia para los pobres y oprimidos del sistema, y que pronto aparecerá un Moisés ecológico para liberar a su pueblo. Ridículos. Las personas no nacemos mereciendo oportunidades. Un hombre o mujer no nace con el regalo de merecer el camino para salir de una realidad.
Todo lo que vale la pena en esta vida tiene un costo; y ese es el esfuerzo, el tiempo, la dedicación, la generación de esa oportunidad. El ser humano es un ente competitivo por naturaleza y evolución. Por tal motivo, en el 2009, en un estudio del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, se presentó el "Índice de Oportunidades Humanas" (IOH), un instrumento de medición para la desigualdad de oportunidades en el acceso a un conjunto específico de bienes y servicios, que llamaremos oportunidades básicas, y la relación que tienen con un conjunto de aspectos sociales y demográficos. Vamos a centrarnos en una población, los más importantes: los niños y adolescentes menores de edad. ¿Esta población cuenta con los servicios básicos como salud, educación, seguridad y alimentación? Definitivamente no.
Durante ese año, nuestro país se encontraba en el sexto puesto en graduación a tiempo de primaria, dentro del universo de 18 países de América Latina y el Caribe. Sin embargo, en acceso a saneamiento se encontraba en el puesto 10, a agua potable en el 14, y a electricidad en el 15. Esas cifras nos demostraban el tercer mundo en el que estamos metidos e intentando avanzar. Esto ya no se trata de un debate de géneros y sus desigualdades. Nos centramos en la falta de oportunidades de ese 25 % de peruanos que busca, pero no encuentra la mínima oportunidad lógica para salir de una realidad desfavorable.
Para aquellos que viven la vida y no dejan que la vida los viva, sólo existe la inestabilidad permanente, la queja acostumbrada y el resentimiento de no haber logrado nada, porque nunca tuvieron ni tomaron la decisión de hacer algo por ellos mismos. El Estado debe generar el camino de oportunidades para aquellos que las buscan y persiguen; no para aquellos que desprecian su tiempo y creen que lo merecen todo por el simple hecho de haber nacido en la pobreza.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.