One hundred years of solitude
Coincidiendo con el 125 aniversario de Book Review, el más importante periódico del mundo, The New York Times, convocó a sus lectores a nominar el mejor libro publicado en el idioma inglés durante ese tiempo. Fue una convocatoria abierta a toda clase de temas y ediciones. Llegaron respuestas de todo Estados Unidos y de 67 países. Luego de escoger a los 25 libros con mayores nominaciones, se invitó a votar entre ellos para hacer la lista final de honor.
Es interesante recalcar que la votación fue entre lectores del diario y no entre críticos. Ello explica por qué entre los 25 finalistas se mezclan textos literarios con historias de entretenimiento, lo que permite la fama de algunos libros que además de brillantes han logrado ser populares.
Para ilustrar lo afirmado, diremos que fueron finalistas Harry Potter y la Piedra Filosofal, de J.K. Rowling y La Comunidad del Anillo, de J. R. R. Tolkien, conjuntamente con, por ejemplo, El Guardián en el Centeno de J.D. Sallinger; Las Uvas de la Ira, de John Steinbeck; Lolita, de Vladimir Nabokov, y ese monumento literario de James Joyce que se titula Ulises.
Lo importante para nuestra lengua es que la más grande novela escrita en español, después de El Quijote de la Mancha, Cien Años de Soledad -One Hundred Years of Solitude- de Gabriel García Márquez, ocupó el cuarto lugar, superada por Matar un Ruiseñor, de Harper Lee; La Comunidad del Anillo, de J.R.R.Tolkien y 1984 de George Orwell.
En la mención de la obra del ilustre colombiano, The New York Times cita un comentario de Rizowana Hussaini, una lectora de la India, estudiante de literatura inglesa: “Como obra literaria, fue un momento sísmico, que hizo añicos las expectativas de una típica novela realista y generó influencias en autores y obras desde Japón hasta la India y más allá. De todas las obras que han surgido en los últimos 125 años, ninguna ha creado un efecto dominó o ha cambiado el panorama de la literatura tanto como esta”.
Entre la epopeya y la elegía, entre el llanto quedo y la exultación de los momentos felices, entre la soledad de los cuerpos que se abrazan y la paz del dios de las llanuras que les habla en su propia lengua, transcurren cien años como si fueran un instante en el que la araña del destino pica a todo una estirpe. “Ay carajo” grito Úrsula, encontré la araña. ¿Dónde?, le pregunta José Arcadio y Úrsula se pone un dedo en el corazón: aquí…”
Esta historia de América es, sin duda, un libro para siempre. Esa pequeña aldea en donde “el mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo” ha dejado su nombre, Macondo, en una ruta inmemorial que, en realidad, ha recorrido cualquier hombre, cualquier mujer en estas tierras de espanto y ternura inimaginables, en la cual siempre hay un primero “que está amarrado a un árbol y un último al que se lo están comiendo las hormigas”.
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