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Odebrecht pide otra prueba de amor

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Fecha Publicación: 02/03/2020 - 22:00
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‘Pret-á-porter’ parece ser el eslogan de la empresa Odebrecht en esta comedia de equivocaciones, donde el único que se equivoca es el Gobierno y sus alfiles del Averno, los doctores en componendas turbias, Vela y Pérez, que nos tienen entretenidos con el teleculebrón de Keiko y sus amigos empresarios y los aportes que no son delito, mamíferos neocomunistas.

Allá los pulpines zombis a quienes la historia les es indiferente y se tragan los cuentos de Disney, encajados por el cártel mediático monocorde y la rojería violenta, que añora el anfo y que no cree en el sistema y se camufla en la progresía derechohumanista y ecológica y ¡viva la Jaula de las locas!

Cuántos cholitos son los que caen en este pantallazo teatral y la trama empezó firmando un acuerdo de colaboración ineficaz con los cuellos blancos de Odebrecht, donde nos soltarían prenda sobre el tinglado de la corrupción y los correos retrecheros, cuando bien dijo el abogado de las causas imposibles, Humberto Abanto, que bastaba con el convenio con los brasileños, que los obligaba a cantar en todos los idiomas. Digo ‘causas imposibles’ porque esta justicia trucha de fiscales y jueces cómplices solo es ideológica y política.

Ahora resulta que el chantaje nos conmina a reconocerles por la resolución del contrato del proyecto Gasoducto del Sur -medida hecha por el lobista PPK-, vía demanda, 1,200 millones de dólares, que la retirarán siempre y cuando el nuevo concesionario les devuelva su billete, o el mismo advenedizo de Palacio, rodeado de caviares sea capaz de meter mano al erario.

Y el Gobierno todavía no se sube los pantalones, seguro para intercambiar favores, como que los fiscales les pidan señalar en sus imputaciones a los enemigos de aquellos que sueñan en una Asamblea Constituyente seguida de una República ‘multiétnica’ -palabreja insondable que suponemos sea la reivindicación de acomplejados y resentidos con su destino-, república cruenta, a la que aspiran.

Qué país nos espera cuando aún en esta democracia plena de participación comunista, fiscales guerrilleros exigen que periodistas como Althaus se retracten de sus ironías, pues su espíritu sensible, hasta con la muerte de una mosca, se pueda resquebrajar, pero eso no es nada, si exigieron que destituyan a su jefe Chávarry, pues era una piedra en el zapato rojo -y comprobamos ahora que el fiscal no andaba tan errado en sus juicios sobre la actuación de sus subordinados- imagínense si llegan al poder con la maquinaria de Antauro y sus cigarrillos electrónicos, que no es una idea descabellada para mala suerte de nuestra endeble democracia.

Dicen los fiscales de camiseta revolucionaria que tienen independencia absoluta en sus decisiones, entonces para qué diablos existe un orden jerárquico, ¿solo sirve para medir planillas? ”Así es la vida en los trópicos”.

Dante Meza Cárdenas