Odebrecht busca comprometer al Poder Judicial
Hay voces que claman por mantener en el poder al presidente Vizcarra, conscientes de que se trata de un personaje carente de luces y tacto para ejercer la magistratura más importante del país. La excusa es que Vizcarra es lo que tenemos. Y más allá de él solamente existe el vacío. La nada. No obstante Vizcarra es un espontáneo hecho a mano. Un inesperado en la política nacional; no la regional. En Política con mayúscula. Su monotema de la “lucha contra la corrupción” -dicho sea de paso puro cuento chino- revela la pasmosa orfandad de su propuesta como jefe del Estado a la ciudadanía. Su especialidad –ni siquiera suya, sino de los progre marxistas que lo tienen secuestrado en su condición de poder tras el trono- consiste en comprar apoyo mediático apelando al subsidio conocido como la publicidad estatal. Este libreto sí sabe desarrollarlo bien. Aunque también domina el arte de pendenciarse con sus opositores, con quienes sin la menor duda no se atreve a polemizar, sino que los acorrala utilizando, precisamente, a este batallón mediático que tiene a su servicio –con el dinero de nuestros impuestos a través de la dádiva del avisaje oficial- para incordiarlos, difamarlos y amedrentarlos. Como ha hecho con el Congreso, con el ex fiscal de la Nación, Pedro Chávarry; con el expresidente del Poder Judicial, Duberlí Rodríguez, y, desde luego, con los fujimoristas y los apristas en particular. No hay pues en el pensamiento vizcarrino algún esquema orgánico de gobierno. La cosa es guiarse por el impulso que le marcan las encuestas prefabricadas por la prensa vendida al poder. El aplauso barato y el pleito permanente operan en él como poderosos estimulantes para soportar su frágil estadía en el poder. El propio hecho de haber designado a un reconocido y auto declarado antifujimorista premier de la República revela esa vocación procaz del presidente por el altercado.
Sobre el monotema “lucha anticorrupción”, Vizcarra continúa soslayando las versiones divulgadas respecto a sendas denuncias -acumuladas y escondidas por la Fiscalía-como consecuencia de su paso como gobernador de Moquegua; o que su empresa se consorció con Graña y Montero; o que él apoderó a esta constructora corrompedora; o que un testigo protegido reveló haber entregado US$ 100,000 del mafioso “club de la construcción” como contribución para la campaña electoral del exmandatario PPK, en la mismísima casa del entonces candidato y en presencia de su jefe de la campaña electoral, Martín Vizcarra. De ello, ni pío. Claro, la prensa venal vendida al oficialismo soslaya vergonzantemente semejante brulote.
Como no hay mal que dure cien años, presidente Vizcarra, es mejor que razone antes que sea tarde. Hasta ahora su paso por la presidencia quedará registrado como mero incidente político. Recuerde, en un año de gestión suya las víctimas de El Niño costero en el norte permanecen a-ban-do-na-das. Las Bambas está próxima a suspender operaciones. Y la corrompedora Odebrecht sigue mandando en este país gracias a la componenda Perú-Odebrecht que su régimen y el Ministerio Público intentan santificar comprometiendo al Poder Judicial.