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Objetivo: eliminar el terrorismo migratorio y la migración descontrolada

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Fecha Publicación: 17/03/2025 - 00:24
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Extorsión. Esta es una palabra que los peruanos nunca vamos a olvidar. Por lo menos, las próximas tres generaciones no lo harán. Mientras escribo esta columna, Rodrigo Mora Flores, otro peruano y padre de familia, ha sido asesinado por sicarios. Nunca antes en la historia de nuestra república, después del terrorismo de Sendero, el país ha vivido momentos tan violentos. Nunca antes en nuestra historia hemos en frentado una migración tan violenta y descontrolada, que está afectando directamente nuestra economía y seguridad. ¿Qué vamos a hacer al respecto?
Cuando era niña, mi padre me enseñó que no debo esperar a caer en un hueco para saber que va a doler. Debo aprender de los errores ajenos. Es decir, analizar los errores de nuestros países vecinos de la región para saber qué es lo que NO debemos hacer o permitir. La extorsión es el mayor delito y se ha adherido  como una garrapata a un perro gordo en ca si todas las capas de la sociedad venezolana. Sus tácticas para infundir miedo y terror cada vez son más violentas: atentados con granadas contra micro y pequeñas empresas, asesinatos, abandono del lugar de vivienda por terror y temor a ser asesinados y, por último, pero no menos importante, amenazas de secuestro.
Estas tácticas violentas y sanguinarias de extorsión, que destruyeron a la sociedad como fuerza laboral, son las que han obligado a más de siete millones de venezolanos a abandonar su país. Y, junto a ellos, cientos de miles de delincuentes sanguinarios, pandilleros, drogadictos y toda una generación que creció con el discurso chavista, el cual justificó el robo y el ataque a la propiedad privada.
El crecimiento económico se ve afectado directamente por los costos extorsivos mensuales que muchos emprendedores y empresarios peruanos aceptan pagar por miedo y por la falta de un líder fuerte. Esto genera un entorno de inseguridad que trae consigo toda la migración descontrolada e ilegal. Compatriotas, en el 2019 el país tenía un 19 % de pobreza; hoy, nuestro país se estanca y hunde con casi un 30 % de pobres. No estoy culpando a los venezolanos o colombianos; definitivamente, ellos no tienen la culpa de ese porcentaje de pobreza.
Los responsables de este retraso de nuestra patria, seguido del empobrecimiento, somos nosotros por permitirlo y por no tener los pantalones bien puestos para proteger al país: migración ilegal y descontrolada, así como el ingreso de delincuentes peligrosos y sanguinarios. Toda migración tendrá un impacto en nuestra economía, sociedad y seguridad, dependiendo de lo que nosotros decidamos. Nosotros somos responsables de haber despedido a un compatriota para contratar mano de obra barata, aquella que significaba la mano de
obra de los venezolanos cuando llegaron al país, en términos prácticos.
Para decidir e implementar las reformas que el país necesita, todos debemos estar alineados y fieles a un plan, que comienza cerrando las fronteras, construyendo centros de detención para migrantes ilegales y con documentos vencidos, y haciendo del país un lugar lo menos atractivo posible para todo aquel que no contribuya a nuestra patria y que, por lo tanto, pueda irse con mayor facilidad. No necesitamos mano de obra barata; necesitamos profesionales, gente creativa, productiva y agradecida. Vamos a cambiar el país.