Nunca es tarde
José y Hernando Graña aceptan haber delinquido, pero no quieren ir presos; nadie quiere terminar en la cárcel, por eso respetamos la ley y es que no hacerlo trae consecuencias. Para los Graña la consecuencia podría ser la prisión y ya pasaron un amargo aprendizaje de cuatro meses en Piedras Gordas. Por eso se han acogido a la figura de la ‘colaboración eficaz’, algo que debieron hacer apenas cayó la primera pieza de “Lava Jato”.
Las evidencias llegadas del Brasil y otras entregadas por los nuevos controladores de Graña y Montero, los tenían demasiado complicados como para no aceptar su participación en la red de corrupción global más grande conocida. A estas alturas es muy poco lo que pueden aportar. Las únicas preguntas que deberían responder son dónde fue a parar el dinero de los sobrecostos y qué rutas usaron para lavarlo.
Lo que diga el arquitecto José Graña (para más señas mi primo segundo, y a quien aprecio con sinceridad) podría involucrar a empresarios que compartieron directorios con él y socios ajenos a sus manejos oscuros con Odebrecht. Como se lee en el semanario ‘Hildebrandt en sus 13’: “Lo que se viene es un terremoto”. Mal asesorados, demasiado confiados o quizá pecando de soberbia, los Graña mintieron a la fiscalía, a la Comisión Lava Jato del Congreso, a sus familias y a la gente que los quiere bien, olvidando que la mentira tiene las patas demasiado cortas.
Ahora les toca pedir perdón al país, a su país, a nuestro país, por el daño moral y económico causado. Son momentos tristes y difíciles, qué duda cabe, para sus familiares, amigos y quienes trabajaron codo a codo con ellos convencidos de que construían un país mejor, más conectado, que sus caminos y centrales energéticas sacarían a miles de compatriotas de la pobreza, integrándolos al mercado con el traslado más rápido de los frutos de su trabajo y la energía necesaria para producirlos. Nunca es tarde para redimirse y devolverle a nuestro país lo que indebidamente le quitaron.
Confío en que los Graña ahora sí honrarán su apellido, uno que le dio tanto al Perú, en campos como la medicina, la agricultura de cítricos y la construcción de notables obras de infraestructura. De José, mi primo y socio, espero que tenga valor para aceptar su culpa, humildad para pedir perdón, prudencia en cada una de sus palabras y fortaleza para evitar la tentación de las malas influencias. Nunca