Nuestros últimos presidentes

Juan Javier Salazar, representativo pintor contemporáneo, murió joven (50 años), desafortunadamente. Su obsesión era el Perú y la sinuosa política nacional. Su obra característica es el cuadro “Perú, país del mañana”. Ahí aparecen pequeños retratos de nuestros gobernantes, desde San Martín a Fujimori, con viñetas diciendo: mañana, mañana, etc. Para el artista, nuestros presidentes se caracterizan por la postergación y la negligencia. En los últimos 25 años, sin embargo, lo que prima y distingue a nuestros mandatarios es la corrupción. Realidad que, por cierto, Salazar no soslaya.
Actualmente tenemos cuatro expresidentes en prisión por este execrable delito: robarle al país, a todos nosotros. El poder del dinero. ¿Por qué quien asume el máximo cargo, de enorme responsabilidad, incurre en el latrocinio? Con tantas malas experiencias, se puede concluir que la motivación es juntar pan para mayo. Tener dinero para continuar en la política (hacer política cuesta plata) y asegurar a la familia. Más aún si no hay partidos.
Otra inquietud respecto a este condenable asunto es si actúan con premeditación, alevosía, saña y ventaja. Probablemente sí. Las coimas de Odebrecht demostraron que capturaban al futuro presidente durante la campaña electoral, aportando buenas sumas, haciéndose cómplices.
A Alberto Fujimori y Alan García no les probaron el desvío de fondos del Estado para sus billeteras. Al segundo lo persiguieron sostenidamente. Fracasaron los informes Lark —una estupidez— y Kroll —otro adefesio del gobierno de Toledo—, nunca se mostró y parece que desapareció. García, orgulloso de su desempeño, principalmente del excelente segundo período (crecimos 7 % anual), se negó a que ensuciaran su nombre, involucrándolo con una corrupción inventada por los fiscales Vela y Pérez, siguiendo directivas. Esperemos que el tiempo esclarezca esto.
En conversaciones periodísticas mencionaba que “cuando uno ha tenido el honor de ser dos veces presidente por los votos, ya trascendió en la historia. Lo demás no interesa, son minucias y bajezas”. Por eso se quitó la vida, desgraciadamente. Y quemó el show macabro y denigratorio preparado por sus perseguidores.
Vamos con los presidentes presos. Alejandro Toledo, el “cholo sano y sagrado”, según su ambiciosa esposa, Eliane Karp, enjuiciada y prófuga. Pudo ser dos veces presidente. Se fue al hoyo por su falta de integridad política. Jaranero, amante conocido del alcohol, así no se gobierna. Condenado a 20 años de prisión por colusión y lavado de activos por recibir 35 millones de dólares de Odebrecht por la Interoceánica Sur.
Ollanta Humala y Nadine Heredia, condenados a 15 años de prisión por lavado de activos. Recibieron coimas de Hugo Chávez y Odebrecht para sus campañas electorales. Comprometió obras como el Gaseoducto Sur. Otra pareja presidencial ladrona. Heredia se fugó. Aún pueden apelar. El país espera justicia.
Pedro Castillo Terrones, 36 meses de prisión preventiva por intentar un autogolpe. La justicia pide 35 años de cárcel por delito de rebelión. Está en juicio. Esperemos que la corrupción del puente Tarata y otros también sea sancionada.
Pedro Pablo Kuczynski, acusado de corrupción y lavado (Odebrecht). Aún no lo juzgan. Piden 35 años de cárcel.
Martín Vizcarra, 5 meses de prisión preventiva por coimas recibidas como gobernador regional. Cercano a Odebrecht. Los juristas anuncian una inevitable condena de 15 años. Su corrupta actuación en la pandemia merece también una fuerte sanción.
Esta realidad indica que la justicia funciona. Vote bien.

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