Nuestro glorioso equipo anticorrupción
Los fiscales-actores Vela Barba y Pérez viajaron pomposamente a Brasil, decididos a firmar un pacto traicionero con la corrupta Odebrecht que establece una indemnización sin duda risible –en proporción al daño producido al Perú por esta constructora venal– y excluye de la investigación a los principales proyectos generadores de corrupción, como Rutas de Lima, Central Chaclla, Gasoducto del Sur, etc.
Los fiscales-actores Vela Barba y Pérez planificaron engañar a la ciudadanía alegando que la única forma de conocer el nombre de todos los involucrados en las suciedades de Odebrecht –léase, en exclusividad, apristas y fujimoristas– era bajándole al mínimo la indemnización a la pervertida constructora y, asimismo, evitar la investigación de sus principales obras en el Perú. Es decir, según el criterio de dos empleados públicos el Perú deberá dejar de percibir muchos miles de millones de soles, a cambio de que los brasileros delaten a los apristas y fujimoristas que persiguen estos fiscales-actores.
Pero las cosas no siempre salen como uno quisiera que salgan. Hoy día los fiscales-actores Vela Barba y Pérez se encuentran en una serísima coyuntura. La ciudadanía demanda que ellos le expliquen las razones por las que han decidido firmar, a nombre del Perú, un contrato que, fuera de secreto, tiene un clarísimo sabor a traición. Pero además, los fiscales-actores Vela Barba y Pérez ahora se encuentran en la mismísima condición en la que está el presidente Martín Vizcarra. A estos tres se les ha agotado el repertorio inquisitivo y acusador contra aquellos opositores del régimen Kuczynski-Vizcarra. Asimismo los tres han perdido ese áurea de adalides de la guerra contra la corrupción que les había sido confeccionada por la prensa vendida al oficialismo –por el plato de lentejas del avisaje estatal–, prensa que sólo puede seguir desinformando apelando al corruptor subsidio estatal que, precisamente, utiliza a su discreción aquel líder anticorrupción apellidado Vizcarra.
Lo que acaba de acontecer en Brasil –donde la elefanta Lava Jato ni siquiera parió un ratón, pues todo lo que ha trascendido era de conocimiento público hacía dos años- revela una actuación tragicómica de los fiscales Vela Barba y Pérez. Tanto así que al día siguiente de la confesión de los testigos a quienes interrogaron –justificando la firma del artero convenio de impunidad para Odebrecht– retornaron a Lima sin prestar declaraciones a la prensa ni emprenderla a golpes mediáticos contra los investigados ajenos al oficialismo. También los fiscales-actores abandonaron en forma intempestiva su trabajo. Uno, aduciendo un problema familiar; y el otro, argumentando que debía “coordinar con la jueza” que tiene a su cargo la validación o el rechazo al pacto traidor con Odebrecht. Inclusive dejaron a unos fiscales calichines como encargados para la toma de declaraciones de otros tagarotes de la mafiosa Odebrecht quienes, dicho sea de paso, se los llevarán de paseo olímpicamente.
Esta es la radiografía del glorioso team anticorrupción peruano: el presidente Vizcarra –ahora en España– con las llantas bajas por su declive en popularidad; y los fiscales-actores Vela Barba y Pérez con las manos vacías y firmando un contrato malicioso.