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«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino»

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Fecha Publicación: 09/08/2025 - 21:54
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Queridos hermanos, estamos ante el Domingo XIX del Tiempo Ordinario. ¿Que nos habla la Palabra este domingo? La primera Palabra es del libro de la Sabiduría, donde se nos dice qué es la fe. Se habla de la “noche de liberación”, a la cual todos estamos llamados. Una noche en la que Dios aparece y nos da una certeza: que sus promesas son verdaderas, las mismas que hizo a los antiguos padres y que se cumplieron en Jesucristo y cada cristiano, por eso, comparte los peligros y los bienes del pueblo de Israel.
El Salmo 32 proclama: “Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad”, es decir, dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, porque los ojos del Señor están puestos en su pueblo, en aquellos que Él ha elegido. ¿Y a quién quiere elegir? A quienes desean experimentar la resurrección del Señor incluso en tiempos de hambre, en tiempos de incertidumbre. Nosotros hoy nos volvemos al Señor porque es posible vivir con fe incluso en medio de estas dificultades.
La segunda Palabra, de la Carta a los Hebreos, nos dice qué es la fe. La fe es el fundamento de lo que se espera, la garantía de lo que no se ve. Es decir, el Señor te da garantías: de que Él está cercano, de que está contigo. Nos pone de ejemplo a Abraham, que salió sin saber a dónde iba simplemente porque Dios se lo pidió. Le prometió un hijo y una tierra, cuando no tenía ni hijos ni tierra. Y a pesar de que ya había pasado la edad de tener hijos —porque Sara había perdido el vigor para concebir—, de ese acto de fe nació un pueblo entero.
Se le mostró una patria que es el cielo, y esa patria está preparada también para nosotros. Somos extranjeros en esta vida, porque nuestra tierra verdadera es el cielo. La palabra “parroquia” significa precisamente eso: que somos extranjeros en este mundo, que caminamos hacia otra patria. Y esa descendencia continuará.
El Evangelio, de San Lucas, nos dice: “No temas, pequeño rebaño”, porque el Señor ha tenido a bien regalarnos, gratuitamente, su Reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; así tendréis un tesoro en el cielo. “Donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.”
Hoy el demonio nos engaña haciéndonos poner nuestro tesoro en la tierra: en lo que poseemos, acumulamos, guardamos. Pero el Señor nos llama a estar con las lámparas encendidas, porque no sabemos cuándo vendrá el Hijo del Hombre. Cuánta gente muere sin previo aviso. La muerte llega sin avisar… y entonces, ¿a dónde irás? ¿Qué garantías tienes para esperar con esperanza en medio de la enfermedad, de la vejez, de la muerte?
Como dice el Evangelio: si el dueño de la casa supiera a qué hora viene el ladrón, estaría preparado. ¿Estás preparado tú hoy? Porque hoy puede ser el último día de tu vida. Hoy tienes que tener la lámpara encendida, como el criado que no sabe cuándo vuelve su señor. Si cree que tiene tiempo, puede maltratar, beber, adulterar, acumular… pero cuando venga el Señor, ¿cómo lo encontrará.
El texto termina diciendo: “A quien mucho se le dio, mucho se le reclamará.” Y mucho se nos está dando aquí. No somos dueños, sino administradores de la tierra que Dios nos ha dado, de tu cuerpo, de tu vida. Eres administrador. Vive cada día como si fuera el último. No te adormezcas ni te distraigas. Tu vida tiene realmente un sentido. Así que mucho ánimo. Confiad en el Señor.
Pedidle al Señor que os dé certezas, garantías de que la fe es auténtica, verdadera, y de que Él te ama. Entra en el aposento del Señor, entra en lo escondido… y verás que el Señor te da respuestas.
Pues bien, hermanos, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, esté con todos vosotros. Y rezad por mí, que también lo necesito.

Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao

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