“No seas incrédulo, sino creyente”
Queridos hermanos, estamos ante el segundo domingo de Pascua, también es el día de la Divina Misericordia. Y es esta divina misericordia, la esencia de Jesús: una dimensión divina porque no es humano y en la dimensión espiritual, la misericordia. Tener misericordia con aquel que mata, el que se equivoca, con aquel despreciable; esto es lo que nos muestran los actos de Jesús. ¿Queremos salir de nuestra pobreza? Acércate a la Iglesia y lo verás. La primera lectura de este domingo es de los Hechos de los apóstoles: “Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor.
La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban”. Este libro está lleno de garantías de la vida, pasión y muerte de Jesús.
Es decir, nos muestra la veracidad de la resurrección de Jesucristo, nos muestra su poder y su gloria. La palabra nos muestra también cómo vivía la primera comunidad cristiana, reuniéndose para celebrar la Eucaristía.
Así como en ese tiempo, todos poseemos esos espíritus inmundos, que nos dan placer, sin embargo, ese no es el placer auténtico, porque sólo produce frustración y vacíos. ¡Ánimo, hermanos! Acojamos a aquel que tiene poder, a Jesús de Nazaret.
Respondemos a esta lectura con el salmo 117: “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”. La misericordia de Dios triunfa sobre las exigencias que nos impone el mundo.
Muchas veces hemos desechado a Jesús, no nos parecía fundamental en nuestras vidas, sin embargo es hoy, la piedra angular. Volvamos a Él y pongámoslo como centro y guía de todo.
El libro del Apocalipsis nos dice, en la segunda lectura: “Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: “Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia”. Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: “No temas: Yo soy el primero y el último yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde”. Jesús es el primero y el último, es un ser viviente; no es una idea abstracta, una leyenda o un personaje histórico. Jesús tiene el poder sobre la vida y la muerte, retornemos a Él y seamos testigos de su poder.
¿Qué nos presenta el evangelio de San Juan?: “Estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros. Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
“Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.
Es muy difícil que un hombre se sienta perdonado de sus pecados, durante mucho tiempo el demonio nos ha convencido, primero, en que no existe el pecado, entonces nos resulta muy difícil perdonar nuestras culpas, equivocaciones y pecados. El pecado no nos deja vivir, nos hace infelices. Hermanos, que importante es que experimentemos el perdón de los pecados que nos da la Iglesia.
“Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
“Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”, continúa así el evangelio. Notemos hasta donde llega la incredulidad de Tomás, notemos hasta donde llega la incredulidad que existe en el Perú y el mundo.
Somos incapaces de ver a Cristo resucitado, motivo por el que nos alejamos de la Iglesia.
“A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Dijo a Tomás: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Pues bien hermanos, los invito a lo mismo, no seamos incrédulos, seamos creyentes, mete tu mano en el costado de Jesús y verás que Dios está vivo y te ama. Esto es lo último que le dice Jesús: “¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto”. El cristianismo nos lleva a ver, tocar, sentir y a gozar la presencia de Jesucristo. ¡Felices Pascuas a todos! Que la bendición de Dios esté con todos vosotros.
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