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No más viajes del inepto al exterior, ¡por favor!

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Fecha Publicación: 13/06/2022 - 22:58
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Conforme tengo señalado, es un deber llamar la atención sobre el daño que a los intereses del Perú viene causando el grupo que hoy detenta el Poder Ejecutivo, encabezado por el ciudadano Pedro Castillo (¿Terrones o Díaz?).

Esta vez voy a referirme a los perjuicios que se derivan para la imagen y situación del país de los ya repetidos viajes al exterior del inquilino precario de Palacio de Gobierno y lo inexcusable que resulta que las bancadas del Congreso de la República, últimamente con alguna honrosa excepción, no terminen de darse cuenta que el contexto político no es el de una Nación que atraviese una situación normal ni en el que deban aplicarse criterios que, más allá de discrepancias políticas, suelen regir dentro del esquema de separación y equilibrio de poderes.

De acuerdo a la Constitución Política vigente, el Presidente de la República es el jefe de Estado y personifica a la Nación (artículo 110°) y dirige la política general del gobierno y la política exterior y las relaciones internacionales (artículos 118°, incisos 3 y 11). Para salir del territorio nacional debe contar con permiso del Congreso y regresar dentro del plazo fijado, caso contrario incurre en causal de vacancia (artículo 113,° inciso 4). Si bien el Presidente de la República es el funcionario con más alta jerarquía en el servicio a la Nación (artículo 39°), es claro que es el primer servidor, de allí la denominación de “primer mandatario”, es decir, de quien actúa por encargo y en beneficio de aquellos a quienes representa.

Nada de esto parece ser conocido ni menos cumplido por el amigo-paisano-pariente y empoderador de prófugos, P. Castillo, no solo en su desempeño interno, sino, sobre todo cuando sale al exterior, oportunidades en las que si bien se cuida de usar de toda la parafernalia prevista: avión presidencial, comitiva, pareja oficial con asistente incluida, gastos cubiertos, etc., no se preocupa de informarse mínimamente sobre los temas a los que deberá referirse según el programa o agenda del viaje.

Suele rodearse de incondicionales, que omiten cumplir sus funciones y se dejan rebajar a nivel de meras comparsas o cómplices de situaciones grotescas y contrarias a los intereses del país, como aquellas de reunirse con potenciales inversionistas extranjeros y no solo mostrar superficialidad e ignorancia supina sino, peor aún, dedicarse a resaltar la corrupción que campea en su entorno pero, con cinismo, atribuirla a una situación estructural de la sociedad peruana.

Cada viaje de P. Castillo es una afrenta para el país.

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