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¡No a los ataques contra la FAP!

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Fecha Publicación: 09/06/2025 - 22:50
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Con justificada razón, todos estamos conmovidos con el accidente de la alférez Ashley Vargas, cuyo avión se precipitó hace unos días mientras realizaba un vuelo táctico sobre la Reserva Nacional de Paracas. Sin embargo, ese terrible episodio ha abierto las puertas para una preocupante campaña en contra de la institucionalidad de la Fuerza Aérea del Perú. Y ante eso debemos estar atentos.
El caso de la joven oficial, quien estaba en vísperas de graduarse, amerita nuestra solidaridad y explica el interés por conocer las causas de la tragedia. Pero, por desgracia, los accidentes en entrenamiento y misiones rutinarias son parte de la realidad militar.
Por eso ha hecho muy bien el Teniente General Carlos Chávez Cateriano, Comandante General de la Fuerza Aérea del Perú, en informar públicamente que la aeronave pilotada por Ashley Vargas era un modelo KT-1P, de fabricación surcoreana, con todos los mantenimientos al día y que volaba a 750 pies de altura y a 380 km/h de velocidad. Cuando se produjo la emergencia, la alférez no activó el transmisor de emergencia que tenía en su bolsillo, no se sabe si intentó eyectarse y en el último diálogo que tuvo con sus superiores no notificó ninguna falla de la aeronave. Ese conjunto de hechos retrasó las labores de búsqueda, por lo cual, a efectos de la búsqueda, se tuvo que realizar un cálculo matemático para determinar la posible zona de caída del avión hasta que se encontraron sus restos y el cuerpo de la piloto.
Ahora corresponde una investigación interna —prevista en los reglamentos permanentes—, la eventual convocatoria a especialistas e inclusive una investigación fiscal.
Esa explicación es profesional y absolutamente respetable tratándose del honorable Comandante General de la institución. Por eso, no caben especulaciones ni comentarios malintencionados publicados en cierta prensa y en las redes sociales, en donde se insinúa que la FAP actúa hasta cómplicemente. Más grave es todavía que se conjeture sobre un eventual homicidio premeditado.
La Fuerza Aérea del Perú merece el mayor respeto. Ciudadanos, periodistas y opinólogos deben tener muchísimo cuidado cuando se refieran a esta institución tutelar. Ya bastante daño le han hecho con la campaña —basada en informes del espionaje chileno— a la compra de nuevos aviones para devolverle la capacidad defensiva a nuestro país; aparte de la persecución política caviar.
Sensibilidad frente a la tragedia, sí; investigaciones razonables, también; pero campañas alentadas por los enemigos del Perú, de ninguna manera.

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