No a los agoreros
Tras un portazo a punta de comba y fuerza bruta, aparecieron de madrugada un cúmulo de argumentos para hablar de “organización criminal” y no dudamos que, desfilarán en los próximos días, semanas y meses, muchísimos más, porque la administración de Lozano, convertida en abusiva y acomodaticia, no resistía análisis en torno a su desprecio por el adecuado manejo del fútbol cuando sucesivamente fue borrando todo lo que significaba oposición.
Como ya hemos escrito aquí mismo, “jubiló” la Asociación Deportiva de Fútbol Profesional que hoy está en algún anaquel de la Videna, envuelta de recursos y reclamos, echó a dirigentes y servidores calificados para hacer una permuta por incondicionales y advenedizos, destruyó la Copa Perú sin darle opción de llegar al Descentralizado, ahora llamada caprichosamente Liga 1, compró el silencio de muchos clubes profesionales para seguir haciendo lo que le daba la gana, anunció ante piquichones de comunicadores que habían periodistas asalariados por la FPF sin dar nombres, propició que Gareca decidiera no renovar su permanencia en el país pese que era lo más sensato continuando con un trabajo exitoso, despojó con artimañas los derechos de televisión para entregarlos a un tercero perjudicando a millones de suscriptores de Movistar, ello originó pérdidas siderales afectando a clubes profesionales y al propio sistema.
Todo este rosario de hechos trajo consigo que auspiciadores del más alto nivel del país optaran por alejarse de la FPF en el entendido que no podían estar tomados de una dirigencia que echaba al tacho la valía de años conducidos con transparencia, de cuentas ordenadas y repartos equitativos, donde a pesar de tantísimas vicisitudes se salía airoso.
Pero lo más grave es lo que significó la sumisión de la Asamblea de Bases que jamás supo hacerse respetar, sabrá usted por qué razones, permitiendo acciones que la ponían de rodillas, comenzando por los dirigentes que, estamos viendo, según informe frondoso de la fiscalía, se sometían a dádivas y favorecimientos, incapaces de salir a denunciar esos hechos irregulares que sin embargo originaban algún llamativo arrebato pero que se callaba en el camino seguramente a cambio de no perjudicarlos.
Lozano arrastró con su prédica la liquidación de cosas válidas que se habían construido desde principios de siglo, por ejemplo, los torneos de reservas y las divisiones menores que se jugaban en forma fluida y regular, hasta con cobertura radial y televisiva, la querida Copa Perú con casi 60 años y ese empuje del fútbol amateur, o acaso el certamen de la segunda división convertido en un fraude en la temporada pasada, amañado a los intereses familiares del hoy defenestrado presidente.
No había forma de mantener un régimen despreciable de esta naturaleza. En algún momento esto debía terminar y no habrá forma de volver atrás, de ninguna manera. Hoy con todo lo que se exhibe se habla de corrupción. Es triste que esta palabreja se haya instalado en el fútbol peruano, que estemos en la tapa de los medios mundiales al haber constatado la conducción malograda por sujetos que no merecían la confianza de sus pares, que se convertían en receptores de irregularidades sin ningún freno, que arrastraban a autoridades, organismos y hasta árbitros con tal de hacer prevalecer sus intereses personales.
Esperamos que a esta altura prevalezca la sensatez y que la FIFA no se meta en un asunto que debe ser resuelto por nosotros mismos, es decir, en casa, porque aquí todavía hay honestos. Escuchamos voces pidiendo cosas extrañas como comisiones interventoras porque creen que ellas nos salvarán de esta debacle. Cuidado con esos agoreros.
Por Bruno Espósito Marsán
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