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No la sacamos barata

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Fecha Publicación: 10/05/2024 - 22:50
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El último informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) sobre la pobreza monetaria arroja cifras desoladoras sobre la situación económica de Perú. La pobreza ha golpeado a un alarmante 29% de la población en el año 2023, afectando a casi 9.8 millones de personas. Estos números sitúan al país en un nivel preocupante, equiparable al del 2020, el año inicial de la pandemia, cuando la tasa alcanzó el 30.1%. Más de medio millón de peruanos se sumaron a las filas de la pobreza en ese período.
Entre 2019 y 2023, el fenómeno ha sido aún más devastador, con 3.3 millones de personas descendiendo a la penuria económica. Antes del embate de la pandemia, la tasa general de pobreza se encontraba en un 20.2%, pero en la actualidad, ha crecido 8.8 puntos porcentuales.
Pero quizás, más allá de la cifra lo que más preocupa es la forma de responder por parte del Gobierno. Según el Ministerio de Economía, este preocupante panorama es resultado de una serie de choques negativos que han impactado los ingresos de la población. A pesar de proyecciones económicas optimistas para el 2024, con un crecimiento estimado del 3.1% y buenas expectativas en sectores como la pesca y la manufactura, la inestabilidad política deja una marca indeleble en la economía peruana y de la forma más cruel: en la vida de casi 10 millones de personas.
La falta de mea culpa, de pisar tierra y de planes concretos para luchar contra la pobreza es espantosa. Todo lo que se ha escuchado ayer son excusas. Es evidente que la falta de continuidad en las políticas de estado debido a la inestabilidad política no hace sino empeorar la situación. La gestión deficiente de funcionarios clave, como Dina Boluarte al frente del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, durante la presidencia de Pedro Castillo y ahora como mandataria, deja al descubierto las falencias en la dirección de políticas sociales.
Lo sucedido no debería causar sorpresa, sino indignación. Y mayúscula. Los pagamos impuestos vemos como el dinero pasan de nuestros bolsillos al Estado, sin ver los resultados del esfuerzo. Los periodistas han venido advirtiendo sobre los peligros de un país que no crece a las tasas que podría hacerlo, debido en buena cuenta por culpa de sus autoridades. Y, ojo, todo esto pasa sin tener la temida magnitud de un Fenómeno del Niño que se esperaba. Definitivamente, Dios es peruano.
Hoy más que nunca la teoría de las cuerdas separadas desaparece. La crisis política no solo deja heridas en la esfera gubernamental, sino que se traduce en sufrimiento para los ciudadanos más vulnerables. Se convierte en una factura cruel que el país está pagando con la calidad de vida de sus habitantes. Y esta muy lejos de sacarla barata, la pagamos de manera muy cara. La estabilidad política es esencial para el desarrollo económico y social, y es hora de que se tomen medidas concretas para garantizarla.

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