No es Dios de muertos, sino de vivos
Queridos hermanos
Estamos en el domingo XXXII del Tiempo Ordinario, pronto acabará el año litúrgico y las Palabras de estos domingos nos harán presente la escatología, es decir, hacia dónde vamos, cuál es nuestra verdadera tierra. Esta vida es para vivirla a pleno pulmón, para vivirla felizmente, por eso el Señor nos da su gracia, su espíritu, nos deja su Iglesia para que con todas estas gracias podamos ir a la Patria definitiva, a la Patria del cielo. La primera Palabra es del segundo libro de los Macabeos y vemos que en aquel tiempo se quería acabar con el judaísmo como hoy lo intentan hacer los políticos a quienes les molesta la Iglesia. Esta Palabra es actual e impresionante, porque la vida cristiana está basada en persecuciones. Siempre, desde el inicio, la Iglesia, los cristianos, hemos sido perseguidos. La persecución es la salsa de la evangelización, si no hay persecución no hay garra en el cristianismo, es como el anzuelo que tiene forma de cruz. La cruz, el anzuelo de la evangelización, es la persecución. Ánimo, hermanos, que Dios, que nos ama y nos quiere auténticos y verdaderos, quiere que llevemos en nuestro cuerpo el morir de Jesús para llevar a esta generación al cielo, a la tierra prometida.
Por eso respondemos con el Salmo 16: Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor. Escucha mi apelación, atiende a mis clamores, presta oídos a mi súplica. Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío. Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme. Hermanos, ante todos los problemas que tenemos recurramos a Dios, Él nos da su sabiduría y el discernimiento y también su fuerza con el Espíritu Santo. Todo aquel que invoque su nombre, será escuchado y el Señor le responderá.
La segunda Palabra es de San Pablo a los Tesalonicenses y dice: que la Palabra del Señor os consuele en vuestros corazones y siga avanzando en vuestra vida, porque Él es fiel, nos dará sus fuerzas y nos librará del maligno. Y el demonio ¿qué es lo que pretende? Pretende quitarnos este encuentro diario con Dios. “Que el Señor que dirige vuestros corazones hacia el amor de Dios os de paciencia en Cristo”.
El Evangelio de hoy es una llamada a la Eternidad. Dios no ha creado al hombre para la nada, sino para que sea feliz, para que sea una potencia del Espíritu Santo, de transformación al hombre de hoy, porque estamos siguiendo a un Dios de vivos, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, no es de muertos, sino que es un Dios de vivos. Os acordáis lo que le pasó a Moisés con la zarza. El testimonio de Moisés con la zarza, es decir, con el celo del fuego, el celo a anunciar el Evangelio, nos ayude a todos a presentar al hombre de hoy este Dios de vivos, este Dios que de la muerte saca vida.
Por eso mucho ánimo, que Dios os consuele y nos ayude en esta semana a ser cristianos.
Que la bendición de Dios Padre Hijo y Espíritu Santo este con todos vosotros.
Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao
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