Ni un paso atrás
Las más de 40 muertes no han podido remover ni a Dina Boluarte ni a los ministros de Defensa, del Interior y todo el gabinete. El apoyo del bloque democrático en el Congreso ha sido crucial.
También el talante firme del premier Otárola para no dejarse amedrentar por la narrativa del “genocidio”, “masacre”, “perdón” y otras que han echado a andar los caviares en sus foros nacionales e internacionales. Lo cierto aquí es que los únicos responsables de las muertes son aquellos que han organizado las algaradas buscando, precisamente, muertos. De lo que se trata es de un plan bien claro para que las muertes hagan volar por los aires al gobierno de Boluarte, mientras entre comunistas y caviares tratan de empujar por la borda a la mesa directiva del Congreso para hacer el mismo guion que le hicieron a Sagasti. Esto a cambio de la constituyente, por supuesto. Así, mientras los caviares vuelven al poder por la puerta falsa, los comunistas obtienen su referéndum. Pero el Gobierno tiene a poderosos aliados políticos y militares para resistir el complot que pretende licuar el centro del poder en favor de feudos macrorregionales que serán liderados por el narcotráfico, la minería ilegal, el terrorismo y otros delitos. De eso se trata todo. La presidenta de la República tiene el deber constitucional de mantener la integridad del territorio y la soberanía nacional, ambos bajo ataque desde que el caco Pedro Castillo cayó del poder y sus secuaces intentan recuperarlo a como dé lugar. Es absurdo pensar que cualquier gobierno y, sobre todo, uno de transición, quiera o busque muertos. Por el contrario, sí resulta plausible la idea de que los muertos los busquen y los quieran los que han perdido el poder y quieren recuperarlo cargando de muertos al gobierno que los apartó del poder. Es imprescindible sostener a las fuerzas del orden y a sus autoridades políticas. La estrategia de comunistas, caviares y delincuentes es precisamente que se descabecen los poderes político militares que están haciendo de dique de contención contra la algarada sediciosa. ¡Ni un paso atrás!