¡Necesitamos un líder centrista para 2021!
Mientras por incapacidad del régimen Vizcarra sigue acentuándose la desaceleración de la economía, el mundo avanza a una eventual contracción del nivel de crecimiento al que nos tenía acostumbrados. En particular, el ajuste de China nos vendrá muy mal. Y así nosotros nos aproximamos al inicio de la batahola electoral 2021. Carrera donde, probablemente, competirán decenas de postulantes a la presidencia de la República y muchísimos más aspirantes a ejercer las funciones de congresistas, siendo la inmensa mayoría unos ilustres desconocidos, además de improvisados en política. Pero sobre todo, neófitos en el arte de legislar y controlar al Ejecutivo de manera ágil e inteligente. Más aún, a trece meses de las elecciones generales que se celebrarán el año que se conmemora el bicentenario de la República, no figura en el horizonte un líder político con la talla que demanda un momento tan delicado para el futuro peruano. Sabemos lo que ocurre con los improvisados.
Recientemente lo hemos vivido con Humala, PPK y Vizcarra. Un terceto de imprudentes cada cual con diferentes estilos y antecedentes. Pero, al final del día, todos nefastos en el arte de gobernar y descalificados siquiera como aspirantes a estadistas. El resultado fue ese giro copernicano que sufrió el Perú, culpable del infame nivel de abandono en que cada uno de ellos ha venido dejando a las reparticiones del Estado responsables de servir al ciudadano en aspectos básicos como Educación, Salud y Seguridad Ciudadana. Aparte, claro está, del retroceso que ha experimentado la Economía; fundamentalmente la destrucción que ha soportado la industria minera y, en general, la evaporación de los megaproyectos que solían atraer a inversionistas extranjeros de primera línea. Hemos dejado de ser aquel país estrella, como nos catalogaron los grandes empresarios del exterior que apostaron por el Perú. Y quizá esto último sea lo que mayor daño nos ha generado, con miras al futuro.
En síntesis, hemos involucionado en contraste con el brío que exhibiéramos durante la década del noventa y el primer decenio del tercer milenio. Peor aún, nos dirigimos al marasmo del atraso. Porque a partir del régimen humalista nos hemos reincorporado a esos tiempos infames del socialismo criollo donde la improvisación, el populismo y los complejos de inferioridad nos empobrecieran cruelmente a lo largo de medio siglo. El epílogo de aquella saga de gobernantes progresistas y/o neomarxistas corresponde a la presencia del sanguinario terrorismo, que acabó con la vida de 35,000 peruanos y destruyó más de la mitad de la infraestructura nacional. Salir de aquel caos -miseria más terrorismo- nos costó muchísimo. Un sacrificio monumental que puso a prueba la entereza del pueblo peruano. Gente que mostró su alma opuesta a la prédica marxista del “explotador y explotado”, reflejada en una estirpe de emergentes emprendedores que perseveraron hasta conseguir que el Perú salga de las sentinas del resentimiento social, la pobreza y el desastre financiero que legaran como primogenitura décadas de esos gobernantes neomarxistas y/o progresistas que nos arruinaron.
Para superar este trance necesitaríamos un líder. ¡Pero no aparece en el firmamento!