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Nancy Pelosi y Taiwán

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Fecha Publicación: 10/08/2022 - 22:58
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La corta visita de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, a la isla Taiwán, ha desatado una durísima respuesta del gobierno chino de Xi Jing Ping. Esa respuesta aumentó la escalada de las operaciones militares chinas en el estrecho que la separa del continente, pudiendo llevar a una invasión aeronaval para conquistarla. El gobierno chino siempre ha considerado a la isla de Taiwán como una provincia renegada dominada por el Kuo Ming Tang, cuya independencia de facto a partir de 1949 está al servicio del odiado imperialismo norteamericano. Desde hace 70 años, los sucesivos gobiernos de la República Popular China mantuvieron invariablemente esa misma posición, pero hubo momentos de distensión y de conversaciones entre Pekín y Taipeh, las respectivas capitales de ambos estados. Incluso el gobierno comunista chino a partir de Deng Tsiao Ping, no solo toleró, sino alentó la inversión de capitales taiwaneses en el territorio de China continental.

¿Entonces por qué la dureza de la reacción de Xi Jing Ping ante la visita de Nancy Pelosi? En mi opinión es el resultado de la simultánea aparición de varios factores geoestratégicos. En primer lugar la invasión de Rusia a Ucrania, con el velado apoyo de China, genera la interrogante si su clase política se está quedando corta frente al régimen de Putin. Lo curioso del caso es que ninguno puede ser catalogado como régimen comunista. Rusia dejó de serlo desde 1991. China a partir de sus reformas económicas y sociales de hace 30 años, responde a un sistema mixto de capitalismo estatal y privado, bajo el mando del Partido Comunista como estructura de poder.

Tanto en China como en Rusia prevalece una doctrina del más descarnado nacionalismo. Rusia quiere restaurar las fronteras de la antigua Unión Soviética. China desea restablecer su histórico predominio sobre los países que dominó tradicionalmente desde que emergió como Estado hace 2,500 años. Taiwán fue conquistada por China a fines del siglo XVII, luego cedida al Japón entre 1895 y 1945, después recuperada por el gobierno del Kuo Ming Tang, que se refugió en la isla con los restos de su ejército tras su derrota frente al Partido Comunista en la guerra civil de 1946/49. A partir de entonces, Taiwán es un Estado de facto que además ha logrado desarrollar una economía tecnológica ubicada entre las diez más poderosas del mundo. Pero nada de esto hubiera ocurrido si los Estados Unidos no mantenía su manto protector sobre Taiwán, que persistió aun cuando se convirtió en socio estratégico de China en las décadas del 70 y 90 del siglo XX en momentos que enfrentaba a la Rusia Soviética.

La visita de Nancy Pelosi a Taiwán, segunda en la línea de sucesión a la presidencia de los Estados Unidos, despliega un trapo rojo en la cara de Xi Jing Ping. Casi podría decirse que es una afrenta a ser castigada. Pekín ya anunció que suspenderá todos los canales de colaboración con Washington. También ha desplegado maniobras aeronavales en el corto estrecho que la separa de dicha isla, persistiendo además la incógnita si China pegará un zarpazo agresivo para conquistar Taiwán. ¿Lo hará? Creo que no, para no iniciar una guerra que podría tener un colofón nuclear sin perjuicio de la resistencia taiwanesa, e igualmente porque quiere una isla floreciente para incorporarla a China y no un páramo desolado en el cual solo habrá ruinas y cadáveres.

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