The naive Mrs. Kenna
La embajadora Lisa Kenna lanzó un tweet esta semana que decía: “Una prensa libre es fundamental para una sociedad democrática. Debido al aumento de la desinformación y amenazas a la prensa, agradezco mi reunión con periodistas de investigación, incluyendo al destacado Gustavo Gorriti. Sigamos construyendo un futuro con verdad y transparencia.” El tweet de la embajadora iba acompañado de una foto con el susodicho Gustavo Gorriti.
No es la primera vez que las embajadas, o, mejor dicho, ciertas embajadas, toman partido por determinados personajes del mundo periodístico peruano que sorprenden a la opinión pública. Lo cierto es que la desinformación de la que habla la embajadora de los Estados Unidos sí existe, pero por parte de varios que se terminan fotografiando con ella. En el caso de Gorriti, este se queja porque un colectivo de loquitos bastante pesados le hicieron un plantón en la puerta del local del IDL, su ONG que bajo el paraguas del periodismo de investigación interviene en la política nacional a través de los organismos fiscales y judiciales: “De haber sabido que se quitaría la vida, hubiera pedido tregua”, dijo Gustavo Gorriti sobre el suicidio de Alan García. Qué más prueba que esa que el IDL y él, manejaron en su tiempo, con total impunidad los órganos jurisdiccionales peruanos.
El derecho a la protesta es parte de la libertad de expresión. Que incluso se lancen simbólicamente bolsas de basura en tu local no constituye delito. Ello no es una “amenaza” al periodismo de investigación, como pretende hacer creer Gorriti a la opinión pública norteamericana e internacional. ¿O acaso la embajadora o el que en algún momento ocupó su lugar se sacó una foto con Beto Ortiz apoyando la libertad de expresión cuando cientos de fanáticos caviares asediaron su departamento para amenazarlo y acallarlo? Otra que usa y abusa de las “ingenuidad” de las embajadas es Paola Ugaz.
Al mismo estilo que Gorriti, dice ser una perseguida judicial por obra y gracia del Sodalicio. Su caserito es en su caso el embajador de Gran Bretaña en el Perú. Tweets y fotos de respaldo es el conocido modus operandi de estos. Pero lo concreto y lo real es que la señora Ugaz o su partner el señor Salinas no están bajo ninguna persecución judicial para acallarlos y amedrentar su trabajo de investigación del Sodalicio, sino por delitos comunes que tienen que ver en su caso por la corrupción que hubo en la gestión Villarán y, en el otro, por haber gestionado un almuerzo pagado para el exfiscal de la Nación Pablo Sánchez a fin de hacerle un lobby con periodistas con fondos del Estado.
En resumen, las embajadas no deberían servir de caja de resonancia para las agendas propias de ciertos personajes que fungen de víctimas de persecuciones inexistentes o que quieren evadir la acción de la justicia.
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