¿Mujer o familia?
Se ha abierto una polémica de tintes ideológicos sobre el dictamen del proyecto de ley de la Comisión de Descentralización del Congreso que busca cambiar el nombre del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables por el de Ministerio de la Familia y Poblaciones Vulnerables. Las primeras que han puesto el grito en el cielo son las feministas que consideran un retroceso a las políticas de Estado a favor de las mujeres, que consideran por varias razones la población más vulnerable en la sociedad peruana y del mundo. A estas se ha añadido un pronunciamiento de varias exministras de esa cartera, todas caviares, y de instituciones como la Defensoría del Pueblo, cuya titular busca quedarse de interina hasta que le sea posible, además de la cabeza del Poder Judicial Elvia Barrios.
Lo cierto es que el dictamen del proyecto de ley aprobado está plenamente de acorde con los estipulado en la Constitución que en su artículo cuarto dice a la letra: “La comunidad y el Estado protegen especialmente al niño y al adolescente, a la madre y al anciano en situación de abandono. También protegen a la familia y promueven el matrimonio. RECONOCEN A ESTOS ÚLTIMOS COMO INSTITUTOS NATURALES Y FUNDAMENTALES DE LA SOCIEDAD”. Esto significa que de existir un ministerio que reconozca a las mujeres como parte fundamental de la sociedad debería ser a través de la familia como lo sería también con el tema de las poblaciones vulnerables. La familia engloba tanto a unas como a otros como lo reconoce el texto constitucional que debería imprimir el curso de las políticas de Estado y que ha sido abandonado en favor de una agenda de género internacional patrocinada por el feminismo. De ahí la pataleta de este último. Según esta ideología, se “busca relegar a la mujer en el espacio de la familia reproduciendo una concepción tradicional de roles”. Pero el hecho es que la familia, incluso más allá de lo que dice la misma constitución recogiendo la realidad, es el núcleo fundamental de la sociedad, y la persona humana -que no gira en el vacío- sólo cobra sentido porque existe la familia y forma parte de ella, incluida la mujer. Robinson Crusoe sólo es un personaje de la ficción literaria e incluso este necesita para cobrar sentido ontológico de un Viernes como parte de su familia.
Entiéndase bien: no existe la mujer ni el hombre solos. De tal forma que la única forma de visibilizar realmente a la mujer es ponerla dentro del plano de la familia que la engloba, independientemente de qué clase de familia se trate según los tiempos que corren y la evolución de esta como tal. En otras palabras, defender y rescatar constitucionalmente a la familia es poner en su verdadera dimensión a la mujer y a los más vulnerables como los niños, adolescentes y ancianos, cosa que el egoísmo y estupidez de las feministas no tolera dada su agenda de activismo panfletario que pretende sustraer a la mujer de todo marco referencial decantándose por una versión solipsista y autosuficiente que nada tiene que ver con la realidad. El hecho es que en la actualidad y debido a la ideología de género -qué cosa es un “enfoque” sino una ideología-, lo que existe es una pretendida y planeada invisibilización de la familia que se ha convertido en la parte más vulnerable de nuestra sociedad, razón por la cual necesita ser visibilizada, protegida y promovida, aunque chillen las feministas, gays y caviares de todos los pelajes para los que la familia es como el ajo a los vampiros.
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