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Mordiéndonos la cola

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Fecha Publicación: 08/09/2023 - 22:30
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La desbordante delincuencia y la penosa situación económica son nuestras principales preocupaciones. Creceremos 1% este año, o sea, nada. El trabajo escasea, la informalidad aumenta y la pobreza, según pronósticos, subirá a 27%. Un tercio de los peruanos son pobres, la pasan mal. El gobierno de Dina Boluarte no encuentra un rumbo. No hay un liderazgo político que abra un camino para reconstruir todo lo que se ha ido al tacho. Los partidos políticos y el Legislativo están totalmente desprestigiados. Para el ciudadano de a pie el Congreso se ha convertido en su piñata favorita. Ahí deposita sus furias, sus penas y el descreimiento de la política, concluyendo sin distinguir, que todos los congresistas son unos galifardos. No hay espacio para el optimismo.

Ante este panorama, el gobierno decidió refrescar su gabinete con algunos cambios. Según el premier Alberto Otárola, se busca priorizar la ejecución del gasto público en los sectores vulnerables. Trabajarán, dijo, en cerrar brechas, sobre todo en la pobreza, en la infraestructura, especialmente en el fenómeno de El Niño. Palabras, palabras, palabras. Todos vemos el desfalco en los trabajos de la reconstrucción del norte. Lo que se observa es que incrementarán alegremente el presupuesto para las regiones, sin exigir, como debe ser, proyectos sustentables. Campeará el robo.

El gobierno cree que así se congraciará con las regiones, amainando la arisca relación existente. Días atrás, la presidenta Boluarte fue abucheada en Pichanaki, Junín. La mandataria reaccionó con fuerza y temple ante el mote ‘Dina asesina’, pero no conjurará la inquina de los radicales. La policía usó bombas lacrimógenas para dispersar a los manifestantes. Encontró la misma animosidad en su reciente visita a Tacna. A Puno no puede entrar y probablemente tenga problemas si visita el norte. Boluarte sabe bien que la ultraizquierda dirigida por Movadef tiene presencia en el sur, responsabilizándola de los muertos en las violentas manifestaciones de enero pasado.

De manera inentendible, Boluarte removió a la ministra de Educación, Magnet Márquez luego de que se opusiera a la ley aprobada por el Congreso que atenta contra la meritocracia en el magisterio. La impulsaron los congresistas del Bloque Magisterial, vinculados al Movadef. Lo más desconcertante es que la nueva ministra, también está en contra de esa norma. El SUTEP tenía buen diálogo con Márquez.

Hay más. El ministro de Justicia, Daniel Maurate, pasó a Trabajo. El saliente desconoció la inscripción de Fenatep (gremio magisterial vinculado a Movadef) por ser ilegal. Maurate tiene serios cuestionamientos, llamadas con personas involucradas con el caso ‘Cuellos Blancos’ y denuncias por malas prácticas profesionales. Ha sido, además, ministro de Trabajo de Ollanta Humala. El premier Otárola fue abogado del expresidente. El titular de Justicia tiene denuncias por violencia familiar y el de Transportes integró el gabinete del ‘Lagarto’ Vizcarra.

Así las cosas, no habrá un cambio positivo para el país. Boluarte está más preocupada en viajar al extranjero –gracias a la autorización del Congreso–, que enmendar rumbo. Mientras, el caco de Odebrecht, Jorge Barata, ha involucrado con la corrupción a varios expresidentes del Perú. Los peruanos, noveleros siempre, están entretenidos con la noticia, sin notar que será difícil que presente pruebas sobre los sobornos a los exmandatarios. Probablemente, estos salgan libres, fina cortesía de los fiscales Vela y Pérez, de Zoraida Ávalos y el ‘Lagarto’.

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