Ministro Morán: ¡¿por qué vivimos sin prevención policial?!
La Policía capturó ayer a un adolescente quinceañero que asesinó a una niña de solo cuatro años de edad. Crimen sin nombre que merecería la pena de muerte -o cadena perpetua- para el incorregible criminal que lo ejecutó. Pero vivimos en esta gloriosa República Peruana, donde lo más probable es que, dada su condición de menor de edad, este canalla sea derivado por pocos años al centro de rehabilitación (más bien de aprendizaje delictivo) Maranguita de donde, con toda seguridad, fugará muy pronto. En gran medida, el origen de este tsunami criminal que viene asolándonos estriba en lo permisivo que es nuestro acervo legal para tratar desde el robo de celulares hasta al asesinato de un infante. Leyes miserablemente redactadas, plagadas de lagunas que se convierten en oportunidades para el crimen, facilitándole el trabajo a los defensores de los homicidas dado el carácter interpretativo que permiten tales vacíos.
Mientras no adoptemos normas inteligentes –redactadas por profesionales con solera y cultura jurídica como sucede en España, por ejemplo, o la mayoría de países desarrollados- y mientras los fiscales y jueces sigan sometiéndose a esta feroz corrupción, padrinazgo y politización que les imponen gobiernos socialconfusos como el actual, los criminales continuarán haciendo de las suyas. Cada vez con más intensidad y mayor ferocidad, sabedores de que más temprano que tarde saldarán libres.
Es evidente que, cuando necesita, la Policía Nacional adopta un talante profesional de altísima calificación. Como ocurrió en este caso, que en corto tiempo logró apresar al autor de este horrible asesinato. Aunque en coyunturas de éxito policial como esta, subsiste el riesgo que el fiscal de turno haga un mal trabajo y presente el caso sin los requerimientos imperiosos para que los magistrados dictaminen como corresponde. Deficiencias que suceden con frecuencia y generan la inmediata libertad del homicida, defecto reiterativo de nuestro politizado Ministerio Público que contribuye a mantener la inseguridad ciudadana.
Si bien necesitamos felicitar a la Policía Nacional por capturas como la citada en este caso, prevalecer casi exclusivamente en esta conducta -como geniales cortafuegos- produce un vacío que juega a favor del crimen organizado. Lo que acá está faltando, y de manera abrumadora, es que la Policía persevere necesariamente en criterios para pre-ven-ir el delito. No como complemento a su persecución, sino como fundamento para precisamente evitar los hechos consumados, donde los atracos ya sucedieron y las heridas en sus víctimas quedarán como huellas físicas y/o mentalmente indelebles. O, peor todavía, la vida del asaltado, violado o lo que fuere ya quedó segada.
Enfatizamos sobre esto último porque ayer Carlos Morán, ministro del Interior, brindó declaraciones felicitando al cuerpo policial por su exitosa labor en ubicar y capturar al asesino de aquella niña. No obstante, ministro Morán, cuánto mejor hubiera sido que jamás ocurra el terrible crimen de esta bebé. Y pudo ser así si nuestra Policía hubiera estado organizada para prevenir el crimen, resguardando las calles con el mismo celo que aplicó para capturar al miserable asesino. Ministro Morán, ¡¿por qué vivimos sin prevención policial?!