Ministerios claramente de más
¿Necesitamos tantos ministerios? Si nos sobrara el dinero, quizás no haría falta ni conversarlo. Lamentablemente no es ese el caso. Todo lo contrario. Nos encontramos con un déficit fiscal incontrolable que debería llamarnos a cuestionar el tamaño del gobierno peruano.
Comencemos por dejar en claro que eliminar ministerios es una posibilidad. No solo permite ahorrar todo el costo de mantener la cartera, sino que además facilita la solución de los problemas que el ministerio se supone que debe abordar. Javier Milei lo demostró en Argentina eliminando el Ministerio de la Mujer en junio de 2024. Esta medida fue muy criticada por los que viven del Estado, pero resultó tener un efecto positivo. El gobierno de la motosierra logró bajar los homicidios de mujeres en un 14,3%, los delitos sexuales en 12,8% y los casos de trata en un 35,9%. Todo eso sin un ministerio dedicado a esos temas específicos.
Es más, hagamos el ejercicio de cuestionar los ministerios que ya tenemos. Por ejemplo, tenemos un ministerio dedicado única y exclusivamente a velar por la calidad de la educación. Una cartera que incluye a varios miles de trabajadores y que cuenta con un presupuesto de más de 40 mil millones de soles anuales, y que no ha podido poner la calidad de la educación que reciben los niños peruanos por encima de los intereses de un sindicato de docentes públicos con propuestas anacrónicas. ¿Para qué tenemos ministerio, entonces?
Sí, ya sé que hay mejoras en algunos indicadores desde la situación lamentable de inicios de los dos mil. Sin embargo, todos esos avances se fueron por la escotilla cuando Pedro Castillo cumplió con sus promesas de campaña al magisterio. Medidas que ninguno de los abanderados de la educación retó, dicho sea de paso.
Sin embargo, la inutilidad del sector público nunca ha estado más expuesta que con el Ministerio del Ambiente. Yo no tengo idea de lo que hacen ahí dentro, pero claramente no es nada que aporte al progreso del país. Partamos del mero hecho de que su mayor justificación para existir está en las trabas que le pone a los proyectos mineros.
No obstante, ¿sirve para algo? Absolutamente no. Todos esos controles que el Ministerio de Cultura pone, que ya están bastante por encima del estándar internacional, no sirven para nada. Observen a Tía María, que los ha pasado todos. Y aun así no la dejan operar, bajo el alegato de que va a contaminar y que va a destruir el agro de la zona. ¿De qué sirve este ministerio, entonces? Si su sello de garantía no sirve para poner en funcionamiento una mina, ¿entonces para qué lo mantenemos?
En ciencias políticas nos dicen que el Estado surge de un pacto con la población. Pues nosotros hemos estado cumpliendo con nuestra parte. El Estado, por su lado, no ha estado cumpliendo con la suya. Para recuperar nuestra confianza, quizás debamos comenzar cerrando ministerios que nos cuestan mucho dinero y que no están sirviendo.
Por Hans Rothgiesser
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