Minería, energía y petroquímica, los retos del ministro Montero
La elección de Jorge Luis Montero como nuevo ministro de Energía y Minas debe priorizar la reactivación del sector minero, la generación de mayor competencia en el mercado energético y el impulso de una industria petroquímica en el país, retos que se suman al desafío que tiene con la elaboración de una Ley para la Pequeña Minería y la Minería Artesanal que realmente resuelva el problema, así como su respectivo reglamento.
Estos desafíos tienen un objetivo común: promover inversiones que fortalezcan nuestra competitividad como país en el mercado global. Consideramos, sin embargo, que uno de los más importantes es la implementación de la industria petroquímica, y en especial un proyecto de planta que data del año 2008 aproximadamente.
Hablamos de una inversión extranjera 100% privada y directa, anunciada por dos empresas transnacionales con vasta experiencia, que buscan asociarse para ejecutar este proyecto, luego de la publicación del Decreto Legislativo Nº 1686, el pasado 2 de octubre en el diario oficial El Peruano, estableciendo medidas especiales para impulsar el desarrollo de la industria petroquímica en el país.
La necesidad de implementar una industria petroquímica radica en no seguir siendo importadores netos de productos como urea y nitrato de amonio, dependiendo de factores exógenos como el conflicto Rusia-Ucrania, la sequía que afectó la cuenca hidrográfica que alimenta el Canal de Panamá o la pandemia producida por el COVID-19. No podemos seguir importando insumos que provienen de países con inestabilidad política y social y nos hacen perder competitividad como país.
Otros países de la región como Brasil, México, Venezuela, Argentina, Trinidad y Tobago y, en menor escala, Colombia y Chile cuentan con complejos petroquímicos que atienden, en principio, su mercado nacional. Estos producen mayoritariamente urea y, en pequeñas cantidades, nitrato de amonio. Nuestro país tiene apenas una planta con capacidad de producción mínima en Cachimayo (Cusco), que no abastece ni al 5% de la demanda de productos petroquímicos del país.
Hoy, el sector agrícola demanda unas 600 mil toneladas de urea, y el sector minero, otras 600 mil toneladas de nitrato de amonio por año. Este último es un insumo básico para brindar el suministro de explosivos que permite el desarrollo de la minería. Estos dos sectores aportan más del 18% del PBI nacional (cada uno representa, por separado, un 9%). Las inversiones para cristalizar esta iniciativa requieren cerca de 900 m³/h de agua fresca y un suministro de gas natural a largo plazo (por un horizonte de 30 años) de más de 72 MM btu por día, con un precio razonable, además de las facilidades para obtener los permisos.
Si consideramos que el país cuenta con una cartera de más de 100 proyectos de exploración e inversión minera, que superan los US$ 50,000 millones, es imprescindible que el gobierno y los privados vinculados al sector minero, de hidrocarburos y energético tomen cartas en el asunto de inmediato, para sostener una producción que aproveche los mejores precios de minerales de la historia de la humanidad, debido a la transición de matriz energética que hoy atraviesa el mundo. Tal como se dijo en la última CADE, en Arequipa, no hay peor fórmula para el desarrollo que una inversión replegada y un precio en ascenso.
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