¡A mí qué China me importa!
Si hay algo que en nuestro país estamos haciendo muy bien es impulsar fervientemente la des-institucionalización. Debemos reconocer que tenemos ahí, un récord Guinness.
Un país donde a diario representantes del poder ejecutivo se pelean con los del legislativo y judicial, la fiscalía con la policía, los jueces y fiscales con los ministros y estos nuevamente con los fiscales, se allana la casa de la Presidente de la república, palacio de gobierno.
Un país donde congresistas votan a favor de leyes que dicen que no leyeron, emiten leyes exoneradas de segundas votaciones, otras que días después de publicadas, o se modifican o, peor aún, se anulan. Congresistas conocidos como mochasueldos, que promueven contrataciones por doquier, generando hasta acusaciones de redes de proxenetismo.
Un país donde fiscales y jueces están adscritos a las puertas giratorias, o les devuelven casi dos decenas de veces sus acusaciones, desaprueban exámenes, les anulan juicios, ¡ah! pero no sin antes detener preventivamente a la gente, metiéndola a la cárcel por doquier y que luego es liberada, ¡si no se escapan antes claro está!.
Sin embargo, como diría nuestro recordado Martínez Morosini … ¡Aquí no pasa nada! Y mientras esta espiral de Fiboccani, en versión involutiva continúa y más allá se acentúa, a contramano, la ciudadanía eleva en forma exponencial su hartazgo y
repudio, considerando muchos que estamos ad-portas de convertirnos en un estado
fallido, con índices de corrupción e inseguridad nunca antes vistos.
Es triste, pero es así, y vemos a representantes de las diferentes entidades del estado tratando de justificar lo injustificable, apoyados en argumentos tan infantiles como inverosímiles. Es que realmente el Oscar al mejor actor es el premio más disputado en el país, y en medio de todo, los nominados desparraman frases célebres por la alfombra roja en camino a recibir sus premios, esa alfombra que no les permite pisar la mera realidad, acentuando su desconexión con la tierra que los vio nacer.
No podemos minimizar lo que está pasando en el país. Mención especial merece la última marquesina que adorna nuestro alicaído congreso, anunciando el reciente estreno de lo que podría ser el intercambio de favores sexuales por puestos de trabajo y hasta votos, y en medio de semejante escándalo, que no solo ha extrapolado los muros del congreso, sino las fronteras del Perú, el presidente del que dice ser el primer poder del estado, luego de declarar en conferencia de prensa que los titulares de las instituciones del estado deben estar al frente de las mismas afrontando su responsabilidad, presuroso sube a un avión para irse de visita a China, ¡siiiii a China!, a una dizque importantísima gira que está por encima de los macrocefálicos problemas que tiene dicha institución. ¡Ah!, pero para que no nos preocupemos nos dice, que reducirá los días de su viaje… ¡¡¡menos mal, que alivio!!!.
Bueno, pero que podemos esperar, en un país que adolece de carrera pública, lo que impacta directamente en nuestra falta de institucionalidad, donde se prioriza al clientelismo de toda índole sobre la meritocracia. Es que es necesario que realmente saquemos la cabeza de la tierra, entremos en un proceso de profunda introspección y hagamos lo que el Perú debe hacer, arrancando esa costra política que no deja que respiremos por la piel y desarrollemos un estado que realmente funcione con una carrera publica real, fortaleciendo nuestra institucionalidad. Necesitamos una nueva piel, cueste lo que cueste, así nos duela, y sino, también agarremos nuestro avión y nos vamos del país, no sin antes decir… ¡A mi, que china me importa!.
#despiertaperudespierta
#PanchoCalisto
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