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Mercaderes de ideas

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Fecha Publicación: 07/06/2025 - 21:10
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Como si fuera una gigantesca feria existen unos individuos que se consagran a asimilar comercialmente ideas que, sin dudarlo, lo usan indiscriminadamente para sus fines de usufructo personal y de contrabando ideológico. La fórmula es la misma que se ha replicado durante siglos. Creen que han encontrado la explicación a todo y, convencidos de la revelación, oportunistamente se consagran a predicar que tienen la tabla de salvación para todos los males. Luego de una descripción apocalíptica del estado del mundo, asumen que lo que han ideado es el remedio absoluto. Claro, hay quienes lo manejan rigurosamente como una operación mercantil y establecen un sistema que permita maximizar sus beneficios. Te ofrecen la curación para todos tus estragos corporales y espirituales, que incluye un recetario de frases que te consolaran en los momentos duros. Montan sobre ello una industria de aspiraciones celestiales y de consecuencias financieras extraordinarias para los nuevos predicadores de esta vía de liberación.
De esa manera, se erige un sistema de pago por salvar tu cuerpo-alma que, se supone está golpeado y maltrecho por cualquiera de las razones que se puedan imaginar. No importa la causa real, lo que importa es ponerle un precio a tu redención. No solo se han apropiado de la respuesta que debería ser explicada bajo el manto riguroso de la ciencia y completamente validada, sino que entre sus soluciones se establece un catálogo de productos y servicios de asesoría espiritual o de consejos sin acreditación científica que, además, deben ser consumidos permanentemente a cambio de salvarnos de la posición abismal en la que se encuentran las personas. Han generado un círculo de consumo como una trampa psicológica bien estructurada.
Pero no solo sucede con fines financieros, sino también en la circulación ideológica. Los mercaderes también hacen su propio negocio con las ideas que, bajo su lógica de lucro inescrupuloso, trazan una frontera del mal y del bien, en la que, obvio, ellos mismos se erigen como los guías morales de los mundos infernales y tenebrosos en la que están todos envueltos y que, esto gurús, han venido a liberarnos de la oscuridad. Suelen ser políticos. Los reconocerán por su terminología que habitualmente usan, imbuida de palabras vaciadas de significado y que son un armazón endeble de promesas y juramentos inverosímiles. La jerga, siempre ambigua, de ofertas a mansalva y ofrendas presuntuosas, como un modo de enganchar a los incautos y, atisbar, acaso, la ansiada fantasía de un mundo mejor, si y solo si, se vota por ellos. Ya sabemos lo qué sucede luego que han llegado al poder.
Estos señores del fraude y del embuste pululan en busca de la conveniencia que cada cierto periodo vuelve como un castigo sobre nuestra nación. Puede ser una alcaldía, una región, una universidad, una facultad, una simple junta de vecinos o un país entero. Se adaptan con sagacidad darwiniana al espacio en cual desplegarán sus enredos tartufianos. No hay ideas reales, solo una cadena de términos clichés sin conexión real, una autopercepción de que pueden engañar a todos y,esa es su arrogancia, de que salvo ellos y nadie más pueden hacer las cosas. Y esa altanería es también su debilidad.

Viene de Rubén Quiroz Ávila

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