Mensaje extravagante
Dina Boluarte pronunció un larguísimo discurso lleno de supuestos logros y plagado de promesas que no podrá cumplir. Y en el colmo de la osadía, pidió facultades para promulgar medio centenar de decretos legislativos, es decir, leyes que no se discuten en el Congreso ni ante la opinión pública, sino son elaboradas en secreto por funcionarios de un Gobierno que sigue invadido por caviares, incompetentes y sinvergüenzas.
El suyo es un Gobierno precario, sin partido, bancada ni respaldo popular y, lo que es peor, integrado por muchos funcionarios mediocres, por no decir ineptos, y en algunos casos, con serios cuestionamientos a su honestidad. Es imposible, pues, que con ese personal pueda realizar los inmensos -e ilusorios- cambios que propone.
Lo sensato hubiera sido un mensaje breve y concreto, centrado en los tres o cuatro temas más importantes que tiene que asumir el gobierno en los próximos doce meses, con propuestas realizables.
Pero Boluarte no resistió la tentación de creerse ahora un nuevo Mesías, que salvará al Perú, como lo han soñado muchos de sus antecesores, la mayoría de los cuales terminaron muy mal. Un pésimo síntoma que refleja un peligroso aislamiento de la realidad.
Fue muy impresionante también que hablara del Gobierno anterior como si ella fuera ajena al mismo, como si no hubiera sido la segunda de a bordo y parte del gabinete ministerial hasta muy poco antes de la defenestración de Pedro Castillo, como si no tuviera responsabilidad alguna por los desastres que ocasionó esa gavilla.
Dijo, “Mi Gobierno recibió un país en grave crisis material, moral y política. La errática política general y el deficiente manejo de la administración pública, durante la gestión pasada (…) Recibimos también un Gobierno sumido en un creciente caos administrativo, con funcionarios no idóneos contratados en base a clientelas políticas y partidarias, con promesas incumplidas”.
Alucinantes palabras de quien fue miembro principalísimo de ese Gobierno.
Lo más peligroso de todo son las facultades delegadas que ha pedido al Congreso, la mayoría en temas de seguridad ciudadana. Con el pretexto de la ola delincuencial, pretenden tener carta libre para cambiar prácticamente todo el ordenamiento legal en seguridad. ¿Quién lo hará? La mafia caviar que sigue enquistada a todo nivel en el Ministerio del Interior.
La verdad es que lo que se requiere es mejor gestión y no más leyes.
También intentan desarmar a los civiles, en momentos en que la delincuencia violenta aumenta y el Estado no puede proteger a los ciudadanos. Los caviares, establecidos masivamente en el Mininter, quieren derogar una ley aprobada por el Congreso el 2015 luego de mucho debate. Como siempre, lo que no pudieron hacer con respaldo popular o institucional, lo intentan conseguir con un golpe de mano, ocultos en las sombras de un fárrago de facultades delegadas.
En síntesis, el Congreso debería rechazar ese cajón de sastre de facultades y sopesar cuidadosamente algunas que pueden ser necesarias para afrontar el fenómeno de El Niño.
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