Mensaje decepcionante
Los peruanos merecíamos en Fiestas Patrias, un mensaje consistente, bien estructurado, realista, esperanzador y construido sobre los resultados de gestión en la realidad que vivimos día a día y frente al futuro que nos espera.
No hubo ni políticas ni análisis de gestión. Tampoco hubo una evaluación retrospectiva del desastre provocado por el pésimo manejo de la crisis del Covid-19. Vimos a un presidente sin convicción, leyendo un listado de cifras, pero no las que nos han causado tanto daño y dolor con una cantidad de muertos por millón de habitantes que nos coloca entre los más afectados del mundo, sino de cantidades de miles de millones de soles que el Gobierno ha gastado en medio de un desconcierto general en gestión y administración, con mucho dinero invertido en medio de una corrupción generalizada.
Todos tienen la culpa, menos el gobierno del presidente. Ese fue el mensaje central.
Habló de una inversión de miles de millones de soles en salud, pero los médicos han hecho sus comparaciones y los veinte mil millones de inversión anunciados por el Presidente no representan casi ninguna variación del monto presupuestado el año pasado y su reflejo en el producto bruto interno es imperceptible.
Mencionó la continuación de entrega de bonos y beneficios para los huérfanos de médicos y policías, entre otros; pero, al individualizar las cantidades que recibiría cada beneficiado no superan los doscientos soles aproximadamente, valor que no les servirá de gran cosa. Mejor hubiera sido desarrollar una política de becas de estudios integrales y viviendas económicas para aquellos. El monto del bono, de aproximadamente setecientos soles, permitirá a cada beneficiario adquirir alimentos básicos para un mes y medio, tal vez.
No hubo una mención especial a la evaluación económica del futuro que nos espera. No habló sobre la forma en que se van a generar puestos de trabajo, perdidos por millones en la pandemia que aún no acaba. No nos dijo cuáles serán las medidas económico financieras para que los bancos no asfixien a sus deudores quienes, por disposición del gobierno ante la amenaza del coronavirus, no trabajaron durante cuatro meses y millones de ellos perdieron su empleo o están sujetos a la suspensión perfecta de labores, es decir, no están despedidos, pero no cobran nada.
No hubo mención especial alguna sobre el fomento de la inversión privada y al pésimo manejo de la reactivación a través de Cofide. Estamos más desconcertados que antes.