Mejorar la calidad de los gobernantes debe ser el objetivo

El filósofo y político francés Joseph Maistre (1753-1821) decía: “cada pueblo o nación tiene el gobierno que merece”; por su parte, el también ensayista y político francés, André Malraux (1901-1976), mucho tiempo después afirmaba que “no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen”. Al respecto, los gobernantes (en sus diferentes niveles) de muchos países de esta parte del continente, lamentablemente, presentan esas características que se indican; de allí que, cualquier parecido con nuestra realidad, es pura coincidencia. Qué pena, ¿verdad?

La falta de capacidad e idoneidad, y que se suma a ello la predisposición para aprovecharse del cargo que temporalmente ejercen (es decir, actuar con premeditado deseo de cometer actos de corrupción, actuando con la firme intención de encontrar un beneficio personal), son las principales características que acompañan a gran parte de quienes ejercen el poder político en el manejo de la cosa pública. Razón por la cual, allí encontramos la explicación del porqué estamos como estamos.

Como quiera que ese es el diagnóstico de nuestra realidad socio política; ahora lo más importante es tratar de encontrar el origen del resultado antes descrito, a fin de ir procurando aplicar las soluciones que permitan avizorar una realidad bastante diferente a la que hoy tenemos.

En ese sentido, no hay duda de que, en principio corresponde a la ciudadanía, en el acto de la votación, trazar un camino distinto que asegure que, cada elector y a través del voto, ejerza su derecho político con responsabilidad, inspirado en el manejo de información que el ciudadano tenga de cada uno de los candidatos y de las ofertas electorales que presentan las agrupaciones políticas cuando se encuentran en campaña electoral. O, lo que es lo mismo, el sufragante cuando manifieste su opinión política al momento de votar, demuestre que lo hace poniendo en práctica lo que hace muchos años se viene promoviendo en el Perú; esto es, el llamado “voto informado”.
Para lograr que el “voto informado” no sea únicamente una especie de insumo para la labor periodística de aquellos medios de comunicación que, con todo derecho, puedan orientar su accionar en apoyo de alguna candidatura en particular; se hace necesario, igualmente, exhortar a quienes manejan la prensa para que difundan con veracidad y objetividad toda la información que tengan a su alcance y que sirva para ilustrar a la ciudadanía, permitiéndole asegurar que su voto sea un voto responsable y con criterio.

La amplia y sostenida difusión de los antecedentes de los candidatos, así como del análisis claro y preciso de las ofertas electorales por los entendidos de las diferentes materias que comprenden la administración del Estado, tienen una gran importancia, ya que va a asegurar que el ciudadano, al momento de votar, lo haga con conocimiento de causa y, especialmente, con un sentimiento de responsabilidad política, que lo haga “cómplice” del resultado electoral.
Para que un sistema democrático funcione y tenga buenos resultados no se requiere que nos preocupemos solamente en que se lleven a cabo procesos electorales o consultas populares, sino también que la población nacional se encuentre bien informada e interiorizada en el manejo de la administración de su Estado.
En ese sentido, corresponde a los gobernantes de turno, en el nivel nacional, departamental, provincial y distrital, como es el caso de nuestro querido Perú, motivar al común de las personas para que, sin esperar momentos electorales, se interesen en el qué y cómo se toman las decisiones que ellos producen en el ejercicio del poder político.
Para que una democracia se pueda desarrollar positivamente es necesario que, tanto gobernantes y gobernados tengan como objetivo de su actuar político, el tener siempre el bien común como inspirador y motivador del ejercicio de su derechos y obligaciones. Esa es la realidad que buscamos y que nos merecemos.

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