Mejor posterguen la inauguración del Megapuerto de Chancay
Después de anunciarse con bombos y platillos por meses, la inminente inauguración del megapuerto de Chancay, la mayor obra portuaria en el Perú y América, que nos colocará a la vanguardia en el comercio marítimo hacia Asia y otras partes del planeta desde nuestro continente, el canciller de turno, Elmer Schialer, ha anunciado que el momento más esperado por los peruanos, chinos y, en general, por la comunidad internacional, será reducido a uno de manera virtual. Como para no creerlo. O sea, Xi Jinping vendrá hasta Lima, viajando 16,637 km de distancia, para no movilizarse por menos de una hora en auto alrededor de solamente 70 km y consumar el objeto central por el que realmente dijo que venía al Perú, incluso superando por un asunto de interés estratégico a la propia reunión del Foro Económico Asia-Pacífico – APEC, que se desarrollará por las mismas fechas, también en el Perú.
Sin que nos involucremos en las razones de fondo para que haya decidido una inauguración por internet, el escenario por el que Xi Jinping llega a Lima y no efectiviza su presencia in loco en Chancay por motivos de seguridad, como se ha anunciado, no se dan cuenta de que el gobierno del Perú está aceptando que el país está dominado por la delincuencia y la criminalidad, que estamos bajo el imperio de la barbarie y que no nos separa nada de Haití o de Somalia. Solamente por el anuncio, el canciller Schialer debería renunciar, porque hace exactamente 7 días, por el texto del comunicado de la Cancillería peruana en relación con la advertencia del gobierno de los Estados Unidos de América a sus nacionales que deseen visitar nuestro país, refiriendo la inseguridad ciudadana, fue completamente soslayado. Ahora que ha salido a aceptar que la inseguridad ciudadana es la razón central por la que no habrá inauguración presencial del megapuerto de Chancay, se está mostrando absolutamente incoherente, o diría mejor, convertido en un canciller títere y para no serlo, debería renunciar.
La incoherencia en el jefe de la diplomacia de un Estado impacta negativamente en la política exterior del país, debilitando la estrategia del Estado, en este caso, del Perú, en su proyección internacional. Todo comienza a verse muy mal, es decir, nos hallamos ad portas de una inauguración empequeñecida, con dos jefes de Estado, uno anfitrión y el otro visitante, que parecerán hallarse por esos días en Palacio de Gobierno, como refugiados o sitiados, debilitando dramáticamente a nuestras Fuerzas Armadas y a nuestra Policía Nacional al hacerlas ver como incapaces de garantizar su desplazamiento hasta Chancay. Si el megapuerto no está listo, pues que se postergue la inauguración y punto. Siempre digamos la verdad. He apoyado el objetivo y lo seguiré haciendo, pero por favor, hagan las cosas bien y no cometan tremendos disparates políticos que afectarán seriamente nuestra proyección internacional, por cierto, a estas alturas del partido, bastante alicaída y sin estrategia a la vista para que sea revertida.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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