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Más poesía y menos política

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Fecha Publicación: 01/08/2025 - 22:50
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Cuando la política —ese arte tan devaluado por los slogans— lo invade todo y hace desagradable la vida, vale la pena volver a la poesía para limpiar el espíritu y recobrar la energía que esta gente nos drena.
La poeta estadounidense Emily Dickinson (1830–1886) escribió: “Si leo un libro y hace que mi cuerpo se enfríe tanto que ningún fuego puede calentarme. Si siento físicamente como si me quitaran la parte superior de la cabeza, sé que eso es poesía”. Fue en una carta, fechada el 16 de agosto de 1870, dirigida al crítico literario, el coronel Thomas Wentworth Higginson.
La poesía ha sido desde la antigüedad el espejo más pulido del alma humana. En la Grecia clásica, los poetas eran considerados instrumentos de los dioses. Platón, a pesar de su desconfianza hacia ellos, reconoció que la poesía influía profundamente en el alma y en la formación del ciudadano. Y Aristóteles defendió que la tragedia ofrecía catarsis y sabiduría moral, que la poesía era “más filosófica y más elevada que la historia”, porque habla de lo universal desde la emoción.
China lo comprendió desde sus albores: los poetas eran consejeros imperiales, como Qu Yuan, quien en el siglo III a. C. escribió sobre la corrupción y la virtud con versos que aún conmueven. En Japón, los haikus de Basho enseñaron a ver un mundo en una gota de agua o en el vuelo de una libélula. La poesía era, y sigue siendo, sabiduría.
Muchos escritores modernos han coincidido en ese poder. El mexicano Octavio Paz defendió la poesía como el lugar donde el lenguaje se reconcilia con el ser, como una forma de conocimiento más honda que la ciencia: “La poesía revela este mundo; crea otro […] es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar el mundo”. Y para Mario Vargas Llosa: “Sin ficción y sin poesía, la vida sería un pantano de rutina”.
Desde la psicología, Carl Jung afirmaba que los poetas acceden al inconsciente colectivo, a imágenes arquetípicas que nos revelan verdades profundas. Rollo May (1909–1994), influyente psicólogo existencialista estadounidense, sostuvo que el arte y la poesía son esenciales para la salud mental de la sociedad. En su libro El coraje de crear, sostiene que el arte y la poesía son formas esenciales de enfrentarse al sufrimiento y dar sentido a la existencia. En La noche de mayo, Alfred de Musset (1810–1857) comparó al poeta con el pelícano que, al no encontrar alimento para sus crías, se hiere el pecho para darles su propia sangre. Así el artista convierte su dolor en canto. Así, solo quien ha sentido profundamente puede despertar a otros.
Winston Churchill afirmó: “Las palabras son las que mueven el mundo”; y Václav Havel, dramaturgo y presidente de la República Checa, declaró que “la poesía es la madre del pensamiento político verdadero, porque nos obliga a ver lo invisible”. El presidente salvadoreño Nayib Bukele dijo en una entrevista provocadora: “La política necesita menos cálculo y más alma, y para eso sirve la poesía: para que no olvidemos lo que nos hace humanos”.

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