Más allá de las cosas y los días
Es uno de los primeros poetas peruanos que aprendí a leer en mi adolescencia. Su destreza con las formas clásicas y el verso libre hizo que lo admirara desde entonces.
Lo conocí en Lima, el 2004, gracias al poeta piurano, radicado en Nueva York, Miguel Ángel Zapata; sus libros: “El pesapalabras: Carlos Germán Belli ante la crítica” (1994) y “Asir la forma que se va: nuevos asedios a Carlos Germán Belli” (2006), me acompañaron durante años.
Posteriormente, lo frecuenté gracias al eterno Arturo Corcuera. Mi generación creció admirándolo, por eso ahora que su presencia física se despide de nosotros, pienso en el enorme vacío que nos deja.
Poeta, traductor, periodista, Carlos Germán fue un impecable hombre de familia: esposo de Carmela Benavente, padre de Pilar y de Mariella, hermano de Alfonso, cuya interrelación le permitió escribir composiciones al amor filial de impecable factura.
Fue un creador disciplinado que hizo de su paso por el senado, transcribiendo documentos, en la función pública y en la docencia, las armas de conducta que le permitieron consolidar una obra contundente.
El ocaso del modernismo, la irrupción de las vanguardias, la mitificación del arte por el arte o el compromiso social, calaron en el desarrollo creativo de quienes tuvieron en la poesía el leit motiv para capturar su época.
Todos, sin embargo, coincidimos en un Poeta fundamental para entender nuestro proceso literario, para algunos pocos el más conservador de nuestros líridas, para muchos otros, el de mayores riesgos: Carlos Germán Belli. Poeta puro, poeta social, poeta distinto, Belli marcó la diferencia en su apuesta por las formas clásicas para abordar temas contemporáneos y el registro de las vanguardias para las preocupaciones clásicas.
Autor de más de una veintena de libros, es impresionante su destreza en el uso de la sextina y esa precisión musical en los dísticos.
Eso es Belli: uno de los más destacados conquistadores del lenguaje. “Para tu mudanza, ¿dónde habrá un suelo / de claro polvo y cálido recodo, / en que tus breves pies con tierno modo / equilibren la sangre de tu cuerpo? // O para tu vuelo, ¿cuándo habrá un viento / que llegue a tu costado como un soplo, / y te traslade de uno a otro polo, / pasando el edificio, el valle, el cielo?” Lo recuerdo empuñando su poema, estremeciéndose con él, estremeciéndonos con él y, eso, en palabras de Jasper, es el más puntual de los retos.
El autor de ¡Oh, hada cibernética!, fue uno de los escritores de mayor influencia en la última generación de poetas peruanos. Son los jóvenes quienes se encargaron de legitimarlo como el más contemporáneo de los nuestros. Por eso, la edición del FIP Primavera Poética, estuvo dedicada a él. Gracias por tu luz, Poeta. Descansa en paz, querido Carlos Germán Belli.
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