Martos sí, Cateriano no
Los resultados de la votación del Congreso a golpe de la nueve de la noche del martes 13, fecha fatídica para nuestras abuelas, puede haber desconcertado a cierta gente, pero para muchos fue un resultado previsible. Nos preguntamos, ¿qué virtud tiene Martos inexistente en Cateriano, acaso una mano esquiva en su predecesor? Desde la madrugada del 6 de marzo la situación política no ha cambiado significativamente, diría más bien que se deterioró por la ausencia del Gobierno y la posibilidad de caer al abismo. En esas circunstancias el caos es un lujo que el Perú no puede otorgarse.
La primera reacción de Vizcarra fue desafortunada. Aceptó la derrota de Cateriano pero la atribuyó a una conspiración de fuerzas tóxicas lideradas por la mala fe. La explicó entre otras causas, a oscuros grupos que conspiraban contra la reforma universitaria, agregando el mayúsculo desatino que ese tema no era negociable. Y cuando se reconstituyó con pocos cambios el gabinete bajo la presidencia de Martos, mantuvo al cuestionado ministro Benavides. A mi juicio un grave error, no tanto por las circunstancias personales de dicho ministro, sino por su desafiante presencia. Parafraseando un viejo dicho, la ausencia de Benavides bien vale la confianza de un nuevo gabinete. No obstante Vizcarra lo mantuvo anotándose un gol por ahora. En otro ámbito en el cual Vizcarra habría salido ganancioso es mantener a la ministra Alva. Sin embargo en ese aspecto su posición fue correcta, ¿para qué cambiarla si no tenía un economista de talla continental que la reemplace? Más vale lo conocido de reciente data, que lo superlativo inexistente en nuestro panorama.
Hay algo que debe reconocerse. El recién investido premier Martos jugó muy bien sus cartas. Leyó un discurso mucho más breve que el de Cateriano, en el cual su énfasis estuvo puesto en la contención de la pandemia y en las diversas medidas sanitarias que el Gobierno implementará en el corto tiempo que le queda. Enumeró lo esencial de una manera entendible para todos, particularmente en cuanto a los millones que se gastarán. Y con respecto a la economía se olvidó de la minería y de los hidrocarburos, que siendo absolutamente indispensables para la recuperación del país, despierta en algunos círculos una urticaria comparable a la presencia del demonio. Es obvio que un pequeño pero vociferante sector de la política peruana quiere el dinero producido por la minería, pero con la minería en otro planeta. En ese aspecto Martos cuadró el círculo. Bien por él y por el Perú. Ojalá mantenga la paz hasta el 28 de julio de 2021.