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Marilyn

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Fecha Publicación: 19/04/2022 - 21:50
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La noticia señala que Netflix ha quedado “horrorizada” por la cinta que sobre la vida de Marilyn Monroe les presentó su director, Andrew Dominik, en la que se incluye una escena de violación y otra de cunnilingus menstrual sangriento. Así, mientras el cineasta alardea de que será una de las diez películas más importantes de la historia, Netflix ha cedido y la cinta se presentará este año con dichas escenas. No es el pudor lo que me importa sino la memoria de esa muchacha frágil y bellísima que fue cosificada hasta el extremo y que harta de ser una diosa sin paraíso, se suicidó con una sobredosis de barbitúricos.

Norma Jeane Baker era su verdadero nombre, “el de la huerfanita violada a los nueve años y que a los dieciséis se había querido matar” tal cual reza el poema de Ernesto Cardenal que es una de las más conmovedoras elegías que he leído. Entre el sanatorio en el que su madre convalecía de la vida, sus matrimonios erráticos, sus amoríos de medianoche y los estudios cinematográficos que la vandalizaron sin que ella se diera cuenta, lograron que una tierna mujer de rizos de oro se detestara tanto a sí misma que no podía si no, eliminarse. Tenía 36 años pero era un despojo. Jaloneada de aquí para allá por los apetitos y los intereses, no tuvo fuerzas para acomodarse la ropa ni arreglarse el cabello y así se tiró a la cama, sola, devastada, soñando que no era a ella a quien le sucedían las cosas, sino al maniquí que la portentosa industria del entretenimiento había creado.

Bebé rechazada por su progenitor, por su madre, Gladys, y por su abuela, Della, que la quiso matar, tuvo –aunque parezca mentira- su primera visión de la muerte en la cuna. La última la tendría 36 años después en su cama llena de pastillas y de silencio. Gladys y Della eran tan bellas como dementes y acabaron sus vidas en un manicomio, mientras la niña Baker, o Monroe, o Mortenson ingresaba al orfanatorio de Los Ángeles y luego a esas mansiones de utilería de Hollywood en las que se perdería para siempre.

No tenía casi identidad y estaba acorralada por la locura. La mujer más codiciada de la Tierra sólo buscaba entre las sábanas o en los cobertizos, abrigo, protección, ternura. En ese poema inigualable de Cardenal, se dice que ella desde niña soñaba que entraba desnuda en una iglesia. Y desnuda la hallaron en su cama un viejo capataz de la Columbia, un caricaturista, un profesor de canto, un guionista, un presidente, un candidato, y tantos otros flamígeros amores, la mayoría de los cuales le duplicaban por lo menos la edad.

La madrugada del 5 de agosto de 1962, Marilyn llamó por teléfono a varios amigos anunciando que se moría. Cardenal ha sugerido que sólo llamó o quiso llamar una vez a alguien. En todo caso, parece que nadie quiso darse por destinatario de ninguna de esas llamadas, porque, de alguna manera, eran sus asesinos. Como ahora, de alguna manera lo es, el director Andrew Dominik.

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