Malas estrategias
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Después de dos semanas de aislamiento obligatorio podemos, entendiendo las capacidades y competencias de nuestra salud pública, empezar a juzgar si es que las medidas adoptadas por el gobierno para la nación han sido o no adecuadas. Y, ya lo adelantaba el domingo pasado, creo que podemos afirmar con solvencia que bajo las condiciones actuales el gobierno de Vizcarra ha tomado las decisiones adecuadas para lidiar con los empiezos de esta pandemia que ya causa estragos tremendos en aquellos países que decidieron postergar la contención y desescuchar a los expertos que venían advirtiendo al mundo.
España e Italia han sido los países que más caro han pagado por las decisiones de sus gobiernos: Madrid se ha convertido -como lo fueran las ciudades lombardas- en unos de los más recios focos en donde el virus se ha propagado. Y quizás el calibre que ha tomado el problema pudo evitarse si es que el gobierno español no solo no hubiese hecho caso omiso a las advertencias, sino que hubiera podido, perfectamente, ahorrarse el permiso y el posterior a la marcha del día de la mujer el 8 de marzo. Lo mismo sucedió en Italia cuando la falta de información llevó a muchos a pensar que el aislamiento sugerido era una broma.
Ahora bien: conforme ha evolucionado el combate en contra del virus, China ha dejado de ser la capital mundial de la pandemia, y si bien los más gruesos números de fallecidos siguen creciendo en Europa, ya los Estados Unidos se hizo con el liderazgo como el país con mayor número de casos. Y, vale señalar, ya se ve que los Estados Unidos no tienen la capacidad alemana o escandinava de manejar grandes números de infectados y, al mismo tiempo, mantener las tasas de muerte relativamente bajas. A pesar de todo lo anterior, Trump ha insistido en abrir sus fronteras y potenciar su comercio. Vamos a ver qué pasa.
Aquí en América del Sur, Chile, Brasil y Ecuador tienen también importantes cantidades de contagiados. No obstante, la situación en estos tres países ha evolucionado de maneras muy distintas: si bien Chile tiene prácticamente la misma cantidad de casos detectados que Ecuador, es mucho menos la gente que ha fallecido en nuestro vecino del Sur que en nuestro vecino del Norte. Es, además, mucho menor la incidencia de casos graves. Parece que la potente infraestructura chilena para la salud pública y las medidas de Piñera han logrado contener al virus. En Brasil la cosa es distinta. Habrá que esperar y ver.
Parece que el éxito en esta primera etapa de contención reside en la oportuna decisión de adoptar medidas de restricción (como ha sucedido en nuestro país) y en la rápida atención a los casos graves por parte de los centros de salud especializados, así como en el aislamiento de pacientes contagiados que no han presentado una sintomatología grave -pero con supervisión constante-. El asunto fundamental estará en saber en qué momento se pueden abrir las puertas sin generar un aumento geométrico de los casos de contagio. Quizás la solución a estas alturas pase por una vuelta progresiva a la normalidad: poco a poco.
En Japón, por ejemplo, no se ha decretado el aislamiento obligatorio de su población. Sin embargo, sí se han prohibido las reuniones públicas y aglomeraciones relevantes. Se han postergado eventos públicos (como las Olimpiadas de las que Tokio sería el anfitrión) y se ha enfatizado en la importancia de la transferencia de información a la población. Esto último ha significado también la piedra angular de la buena estrategia seguida por otros países como Singapur o Corea del Sur. Estos países están mucho más cerca del foco inicial (China) y han logrado no convertirse en focos sucesivos.
Nos tocará ver con cuidado qué medidas se pueden tomar, desde el Gobierno, para evitar una crisis económica en la que bien podríamos terminar imbuidos si es que se cometen errores. Y si bien no todo depende de nosotros, no es un error darle una gran importancia a la Economía. Si bien es evidente que la vida es más importante, los errores que un gobierno puede cometer en el manejo económico eventualmente se trasladarán a los ciudadanos en forma de colas, desatención a los servicios básicos e incapacidad para responder a demandas en más de un sector crítico a la vez. Finalmente, la economía es también la vida.
Mientras vemos al mundo desdoblarse en estos días inciertos no deja de ser fundamental la documentación sin precedentes de esta crisis. Luego llegará el momento de procesar toda esta abrumadora información.