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Magnicidio y crimen organizado

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Fecha Publicación: 13/08/2023 - 22:40
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Los magnicidios de Colosio en Méjico y Galán en Colombia marcaron puntos de quiebre en sus respectivos países. Y sucedería algo similar en Ecuador.

El asesinato del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio nos recuerda los asesinatos de los también candidatos Luis Colosio (23.03.1994, en Tijuana, Méjico) y Luis Carlos Galán (18.08.1989, Colombia) y las consecuencias que generaron en sus países.

El primer magnicidio desató una espiral de violencia, que algunos opinan que fue el inicio de la violencia que padece Méjico hasta hoy día. En esa época nació el grupo de Los Zetas, formado por ex comandos de élite, que se convirtiera en uno de las organizaciones más violentas del narcotráfico. De esa crisis nació un sistema político más vulnerable al crimen organizado y una mayor presencia de la delincuencia organizada en estructuras de gobierno.

En el caso de Luis Carlos Galán, “el se atrevió a denunciar en la plaza pública y en el Congreso colombiano la descarada infiltración de las mafias del narcotráfico en la política y en la sociedad. Por el asesinato de Galán han sido condenados el exsenador y exministro Alberto Santofimio Botero quien, según se comprobó, instigó a Pablo Escobar Gaviria, jefe del Cartel de Medellín, a asesinar al entonces candidato presidencial” (Portafolio 18.08.2019) Como es evidente tanto Méjico, Colombia como Ecuador son países bastante infiltrados por el narcotráfico.

Así como en los casos anteriores, el periodista de investigación Fernando Villavicencio denunciaba que nuestro vecino del norte se había convertido en un “narcoestado”. Por lo que planteaba reestablecer la seguridad con el concurso de las FFAA y las policiales y contra la “mafia política”. Asimismo denunció haber sido amenazado por el narcotráfico y que los militantes de su campaña presidencial han recibido la visita “de emisarios de alias ‘Fito’ [jefe de los Choneros] para decirles que si yo sigo mencionando a ‘Los Choneros’, me van a quebrar”.

Es que con el incremento de la demanda global y de la producción de cocaína en Colombia, la importancia de la estratégica ubicación de Ecuador (vecino de Colombia) como parte de la ruta de exportación de la droga, ha aumentado el número de los grupos criminales ecuatorianos y la competencia y enfrentamiento entre los mismos.

Teniendo en cuenta las experiencias anteriormente referidas, a pocos llamaría la atención que fenómenos similares se pudieran producir en nuestro país. Con mayor razón con un gobierno y oposición cuyo principal objetivo es llegar, como sea, al 28 de julio de 2026. Hay que tener en cuenta que un elemento clave que ha permitido el rápido crecimiento del crimen organizado en Ecuador ha sido el encontrar un estado que definitivamente no estaba (ni está) preparado para enfrentar el muy rápido crecimiento del crimen organizado.

Las encuestas indican que la inseguridad ciudadana, seguida por la corrupción, son los dos principales problemas de nuestra ciudadanía. Si a ello le agregamos el aumento de la pobreza (presente y futuro) por la importante desaceleración de nuestro crecimiento, originada por la falta de reformas estructurales, la tormenta perfecta se completa.

Y como seguimos apreciando que en la clase política prevalece el interés particular sobre el interés nacional, corresponde a la ciudadanía presionar, hasta donde sea necesario, para que se aprueben las reformas que sean necesarias. De no ser así, llegaríamos al próximo proceso electoral y nos podríamos dar con la “sorpresa” de encontrarnos con episodios como los que sorprendieron a Méjico, Colombia y Ecuador.

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