Magda Portal: La inspiración biográfica
Es un error leer una novela como si fuera un ajuste de cuentas por parte del autor, descifrando quién es cada personaje en la vida real o si los hechos narrados corresponden con un evento histórico; pues la obra debe responder a exigencias estéticas o, por lo menos, al despiadado gusto del lector. Sin embargo, este tipo de lectura, en el caso de Magda Portal, no solo es inevitable, es necesario.
La trampa (Cocodrilo ediciones, 2018) es una novela reveladora. Inicia con el testimonio de un asesino a sangre fría. Un crimen que beneficiaría al partido unionista, que tiene como símbolo una estrella, y como himno, una versión de la Marsellesa. La descripción sobre cómo se toman las decisiones al interior de un partido político para lograr obtener el poder y la ceguera que produce la vanidad de los grandes líderes demuestra la chatura moral, la corta visión, el acomodo de la clase política. La trampa, de la que habla Portal, es la manipulación por el ideal. Los jóvenes son un ejército hechizado por la retórica de un líder que cree que el partido unionista es él y que castiga la oposición con la muerte. Mariel, la única mujer integrante de la cúpula de poder, no solo es el personaje que aún es capaz de recordar los ideales sociales del partido, es quien se decepciona, descubre que incluso su propia figura es conveniente para los intereses de “el jefe”, líder fundador de los unionistas. Un pasaje casi surreal se produce cuando Mariel, en prisión, dialoga con una mujer loca, con la que pareciera confrontar la insania de creer en un partido político.
Magda Portal fue y es importante. Valiente, discrepó abiertamente con la política del partido que ayudó a fundar. Esta novela prefiere, en muchas de sus páginas, el lenguaje directo, evadir el melodrama para resaltar el hecho. Es una denuncia válida en los cincuentas, válida hoy, pues repasar las cicatrices de un país nos ayuda a entender lo que somos hoy