Madrastra y nuestra indiferencia habrían matado a la niña de La Victoria
Un hecho por demás repulsivo que avergüenza al Sistema de Justicia Peruano, en opinión de esta columnista, es la vergonzosa liberación de Zarela Chávez Mozambite (66), sospechosa de la trágica muerte de una niña de 11 años en el distrito de La Victoria – Lima, a la sazón su hijastra, quien pese a haber tenido abuelos, lejos de vivir con ellos, fue dejada en manos de quien le hiciera la vida a cuadritos, marcada por la violencia y explotación infantil, obligada a vender prendas de vestir en un centro comercial, cuando debía estar viviendo su edad y enfocada a su educación básica, creciendo en un ambiente de paz y seguridad.
Y es que estamos más atentos a los escándalos políticos, a la caída de determinados personajes públicos y autoridades, que dejamos pasar atrocidades como el abandono moral y el calvario que sufría una niña a vista y paciencia de los vecinos que eran testigos del sufrimiento de la menor y que solo abrieron la boca cuando su cuerpo yacía inerte víctima de asfixia o estrangulamiento en una vivienda del jirón Renovación y otro tanto una tía, que dijo haberla visto vendiendo polos y guardó silencio hasta ahora, según reportes de prensa.
Así las cosas, a este angelito de 11 años la habría matado la sociedad por su silencio cómplice, la habría matado el Sistema, que administra justicia con total desapego al dolor y al bien jurídico tutelado por el Estado, la vida, la integridad de los nulos y adolescentes y, habría que ver, si hasta las autoridades educativas y docentes de aula donde estudiaba la victima, también conocieron de los maltratados y optaron por lo más fácil, hacerse de la vista gorda.
Todo, todo en torno de la muerte y violencia previa que torturó la existencia de esta menor debe investigarse, el Ministerio de la Mujer está acompañando la causa para que se haga justicia pero hace falta se sumen otras entidades, caso la Defensoría del Pueblo, el Ministerio de Justicia y por supuesto la Autoridad Nacional de Control del Ministerio Público, entidad de control interno que vigila la performance de los fiscales y del personal y tiene potestad sancionadora, así como la propia Junta Nacional de Justicia; la Autoridad, que debieran iniciar investigación de oficio por el accionar de sus operadores a cargo de la investigación preliminar.
Igualmente, Inspectoría General de la Policía, con respecto a la actuación de los efectivos del caso, quienes emitieron una opinión por demás controvertida, al concluir que como la víctima no presentaba golpes ni heridas en su cuerpo ni su madrastra, entonces no pudo ser asesinato, la niña por su propia mano fue quien se quitó la vida, se asfixió se ahorcó.
¿Es en serio? ¿Acaso una persona de edad vulnerable, presa del terror por el perfil violento de su verduga, podría oponer resistencia a una orden suya? Quién sabe qué armas o métodos habrá utilizado para quitarle la vida sin que el angelito ofrezca resistencia, lo más probable es que haya pensado que en algún momento se detendría, pero no lo hizo, no habría parado hasta verla muerta.
Cómo pueden haber pasado por alto lo que refirieron los vecinos del lugar, escucharon decir con espantosa frialdad a la madrastra al momento de su detención: “Sí la maté”, “Se me pasó la mano”.
“A confesión de parte, relevo de pruebas”. El jerárquico superior del Ministerio Público está llamado a corregir esta infame liberación y los órganos de control a aplicar sanciones severas.
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