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Made in Italy

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Fecha Publicación: 17/03/2022 - 22:30
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Resulta inconducente y una pérdida de espacio y de tiempo aburrir al lector con un análisis político más de la idas y venidas de este gobierno y de la oposición.

Sinceramente leo todas las semanas a los mismos columnistas que se esfuerzan por resumir una situación que consideran desde hace meses “insostenible” y que se quejan de que “esto ha llegado al colmo” y de que “basta ya”. Yo creo que lo insostenible, lo que ha llegado al colmo y lo que debe bastar ya es aburrir cada siete días al lector con un cahier de doleances (cuaderno de quejas) sobre el gobierno. El país, los peruanos, estamos hasta la coronilla de reclamos. Fui hace un par de días al peluquero y no tenía la menor idea y le importaba un bledo la situación política, las mentiras de Castillo, las confesiones de Karelim, las cuchipandas de los sobrinos, los “niños” del Congreso que se venden al mejor postor, la vacancia, las acusaciones constitucionales y cuanto hay. Lo único que le interesaba al peluquero era tener clientes a quien cortarles el pelo. Y lo mismo con la clase alta y cultivada. Entrevisté hace un par de semanas a un amigo para un libro y me dijo en la entrevista que no veía nunca televisión desde hace años, que le repugnaban los programas políticos, que no leía diarios peruanos y que se enteraba de lo que pasaba en el mundo por un chat de wasap. Que prefería escuchar música o ver Netflix o algún programa en youtube.

En síntesis, que se dedicaba a lo suyo que son las leyes y a gozar de la vida que solo hay una. ¿Les falta razón? Ninguna creo yo. Los únicos que están interesados en el barullo son unos cuantos de uno y otro lado. En lo que a mí respecta, pienso igual que el peluquero y el jurisconsulto. ¿Y saben por qué? Porque todo es una farsa y así como los del gobierno hacen negocios turbios en los ministerios y ponen burros a dirigir el aparato del Estado, en la oposición se hacen pingues ganancias con los colectivos que convocan marchas de ingenuos que van por amor al arte mientras los organizadores y porristas se llenan los bolsillos. El Opus Dei, por ejemplo. ¿Le paga o no le paga 10 mil dólares mensuales a la ONG de una influencer que se hizo conocida en la segunda vuelta para que mueva el cotarro de cuando en vez desde el twitter o el tik tok? ¿Y para qué sigue la recolección de firmas contra la constituyente si el JNE ya dijo que era inviable ese procedimiento tanto para los que buscan constituyente como para los que la rechazan? ¿Es gratis continuar con una recaudación de fondos para una recolección de firmas que ya está desechada de antemano por el órgano supremo electoral? ¿Y los colectivos de qué viven, gratis? ¿No hay acaso en el Congreso negociados con las capacitaciones de las fundaciones extranjeras? ¿No se sacaron los ojos dos lobistas por la conferencia de la Fundación Friedrich Neumann que tuvo como corolario una moción de censura para la presidenta del Congreso (y la correspondiente filtración del evento por uno de los lobistas perjudicados a H13)? ¿No son estos también “cotos de caza” como lo son en el gobierno los ministerios? En resumen, todo es moneda de cambio y una gran hipocresía, por cierto.

Porque vamos, ¿por qué se critica al ministro de Salud por el agua arracimada y se lo acusa de chamán? ¿Acaso durante la pandemia no floreció el negocio entre la pituquería del dióxido de cloro y la ivermectina? ¿No la aconsejaban dos expolíticos como propaganda en un canal de televisión? ¿No se consagró héroe nacional a un veterinario que decía que podía fabricar la vacuna peruana contra la covid con base a su experiencia en animales mientras aconsejaba la ivermectina? ¿Y la “limonada purgante” no es la misma cosa que el “agua arracimada”? Como ven, ¡si hay “chamanería” de izquierda, también la hay de derecha!!! Por eso no voy ni iré a ninguna marchita más para ser uno de los miles de cojudos que no reciben ni un centavo mientras que cuatro vivarachos se llenan los bolsillos de plata. Por eso que tampoco voy a ser voluntario para recolectar ni una sola firma para lo que sea.

Por eso es que me importa un pito mover un dedo en contra o a favor de algo o alguien si no me pagan lo que me merezco. Por eso es que me dedico a la dolce vita mientras pueda, sin contaminarme con la propaganda disfrazada de periodismo de uno y otro lado, que ya estoy muy viejo para dejarme engatusar por “cruzadas” o “revoluciones” de cualquier índole. Por eso, finalmente, recomiendo a mis lectores algo positivo para su solaz: vean la excelente serie italiana en HBO Made in Italy. Una sola temporada.

La construcción de la moda en Milán de los años 70 del siglo XX. Versace, Armani, Valentino, Krizia. Impecable retrato social de una época tumultuosa y revolucionaria.

Atrévanse a escapar de la cloaca.

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