Los tiempos cambian… las personas también
Con mucho interés y vocación patriótica, hemos asistido y participado en las diferentes actividades celebratorias del Bicentenario de las Batallas de Junín y Ayacucho, en las que el protagonista principal fue el Ejército del Perú. Durante los últimos 200 años, esta institución ha sido esencial para lograr nuestra independencia, custodiar la soberanía, contribuir al desarrollo y la seguridad nacional, y constituirse en el garante del cumplimiento de la Constitución y la permanencia de la democracia.
El mensaje de las generaciones que nos antecedieron tiene un común denominador: el sentimiento de morir por la patria en busca de la libertad, evidenciando un profundo sentido de pertenencia por la tierra que los vio nacer. A pesar de las limitaciones materiales y los desencuentros propios de la época, hombres y mujeres, civiles y militares de todos los estratos sociales y ocupacionales, tanto nacionales como extranjeros, dejaron todo de lado para unirse a los Ejércitos Patriotas, dispuestos a dar la vida por una causa noble como la libertad y la continuidad de la patria.
Han transcurrido varios años desde entonces, marcados por diferentes momentos y circunstancias. Sin embargo, los peruanos que visten el uniforme de la patria mantienen esa mística y fortaleza de dar la vida, si es necesario, en el cumplimiento de su misión. Los hechos lo demuestran con innumerables héroes, tanto en los conflictos externos como en la lucha contra el terrorismo.
En todo el mundo, a los héroes se les debe gratitud y respeto. En países civilizados, tienen un lugar privilegiado. Si son héroes vivos, su presencia es motivo de admiración, y su valentía y sacrificio son recordatorios constantes de los valores que unen a una nación, como la unidad y el amor a la patria.
Lamentablemente, en el Perú, desde hace más de 20 años, se observa un fraccionamiento de la sociedad, causado por una minoría interesada, obsesionada con el poder. Estas personas han logrado cambiar la percepción del patriotismo y borrar el interés por alcanzar el bienestar general. Hoy prima el interés personal e ideológico, motivado esencialmente por el dinero. Han abusado de las facultades inherentes a sus funciones, excediéndose y aprovechándose de ellas, en una actuación que no es adecuada ni propia, lo que se denomina “abuso de poder”.
Nos hicieron creer que todo parecía civilizado, democrático y justo, pero debajo de esa fachada hervía un caldero de odio, resentimiento, ambición y ansias de poder. Ahora, al perder esos privilegios, no dudan en hacer lo imposible por mantenerlos, olvidando que todo en la vida es temporal.
A pesar de esta confabulación perversa, el Perú cuenta con héroes vivos anónimos, dotados de un espíritu inquebrantable y una moral a prueba de todo. Son el orgullo de sus familias y compañeros, quienes compartieron muchas horas de arduo trabajo dedicado al país. Estos héroes, víctimas de injusticia e ingratitud, enfrentan el peso del tiempo y el sacrificio, pero su espíritu de soldado permanece incólume.“Somos un Ejército jamás rendido”.
Nuestro homenaje a estos soldados anónimos, cuya vida puede estar deteriorada físicamente, pero cuya esencia continúa firme, inspirando valores y fortaleza. Es el costo que hemos pagado por aspirar a un Perú mejor y en democracia.
Por Gral. Div. EP Ronald Hurtado Jiménez
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