ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Los primeros maestros

Imagen
Fecha Publicación: 15/08/2020 - 20:20
Escucha esta nota

¿Por qué no escribes tus propios poemas? Preguntó Santiago Medina, mi profesor de literatura. Año 1991, Cañaveral, Casitas, Tumbes. Más que una pregunta, sentí que me lanzó un reto. Yo que ya venía escribiendo, desde 1987, saqué de mi mochila un cuaderno y le dije: “Aquí tengo algunos”. La expresión de mi profesor fue de sorpresa. Observaba sus gestos mientras pasaba las páginas, intentaba reconocer alguna actitud aprobatoria, algún detalle que me confirme que lo que leía valía la pena. De pronto cerró el cuaderno y dijo: “Deberías conocer a Rigoberto Meza Chunga”. No pregunté qué le parecieron los textos, pero aquella tarde gané un amigo. Poema que escribía lo llevaba donde Santiago para que lo corrija. Así fue hasta que una mañana viajé a Tumbes en busca de Rigoberto Meza Chunga.

Fui a las oficinas de la departamental de educación. Ingresé a uno de los ambientes donde me indicaron que lo encontraría, abrí la puerta y vi a unos señores que hablaban en torno a unas impresiones en mimeógrafo. Pregunté por don Rigoberto. “Acaba de retirarse, qué deseas”. “Escribo poesía, por eso lo busco”. Ambos hombres se miraron: “Adelante, soy el profesor Hugo Noblecilla”. Era mayo de 1992. Yo empecé a escribir en la montaña por razones que todavía desconozco, pero sé que fue por instinto. En aquellos años, aprendí a destrozarme las manos, con un hacha, con la que rompí los tallos de algarrobos enormes. Yo tenía trece y la poesía llegó para salvarme. Han pasado 29 años, aún escribo por instinto. He publicado algunos libros como quien pretende cerrar un ciclo. Después de caer he comprendido que la poesía es un glorioso campo de batalla sobre el que vences o eres derrotado por tu sombra. Va esta columna de agradecimiento a mis primeros maestros, a los poetas que conocí cuando viví en Tumbes porque, con ellos, confirmé esta vocación, este oficio al que elegí cuando decidí vivir con libertad. #LaPoesíaResiste