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A los periodistas, ni con el pétalo de una rosa

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Fecha Publicación: 23/05/2021 - 23:00
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Informar, significa dar la noticia; y el opinar se refiere a comentarla. En ambos casos, puede haber una desnaturalización de la verdad de los hechos y, en particular, cuando se opina, corresponde al analista darle el enfoque que considere conveniente al interpretar los acontecimientos.

Tanto la información, que puede ser escrita, hablada o televisada, como la opinión, tienen en la pluma de quien la produce, el instrumento que permite su difusión. En ese sentido, “el arma” que se usa para su elaboración es, qué duda cabe, la palabra.

Frente a la eventualidad que, por la información que se ofrezca, una persona se pueda sentir afectada en su honor, reputación, imagen o buen nombre, tiene el derecho de exigir de que, quien la difundió, se rectifique, sin perjuicio de poder promover una acción judicial por el daño causado. Asimismo, es importante recordar que no está tipificado el delito de opinión.

Por lo tanto, si es la palabra el medio que se usa para atacar a una persona; en igualdad de condiciones, es la palabra la que debe ser usada para responder la agresión. Responder en forma distinta y desproporcionada es atentar en contra de las buenas costumbres y la paz social.

Los últimos acontecimientos que se han generado, dentro del marco de la actual campaña política, con miras a la segunda vuelta de la elección presidencial, produce una evidente preocupación, luego de haber conocido de la agresión física que han sufrido periodistas que, en forma directa, se encontraban recogiendo la noticia con relación a las actividades desarrolladas por uno de los candidatos intervinientes en este proceso electoral.

El comportamiento de algunas personas que tienen una opinión discrepante con lo dicho por un medio de comunicación, no les da derecho a actuar con mano propia para manifestar su posición contraria, en defensa de su organización política o de su líder.

Y lo que resulta más censurable es, por decir lo menos, la inacción de un candidato cuando, en sus propias narices, se comete la agresión a periodistas que se encontraban consiguiendo la información, al no responder de inmediato, evitando así la continuidad del maltrato físico. El no haber actuado rápidamente, por su parte o, por parte de los militantes o simpatizantes que lo acompañaban, los convierten no sólo en testigos de la agresión, sino también en cómplices de los agresores.

El permitir que actos de esta naturaleza sean los que caractericen esta campaña electoral, es contribuir a que nuestro sistema democrático se deteriore, y de la violencia verbal se pase a la violencia física como medio de actuación política.

Se puede estar de acuerdo o desacuerdo con lo que los medios de comunicación difunden, pero nada justifica que se use o se promueva la acción violenta para manifestarse en forma discrepante.

En consecuencia, desde esta columna, vaya mi solidaridad con todos los periodistas o reporteros agredidos y mi reclamo a los actores políticos en la actual campaña electoral para que se comporten a la altura de las circunstancias que la población peruana reclama.

La mejora de un sistema electoral y por ende del sistema democrático está en función directa al desarrollo de la información, que es la que proporciona los datos que la ciudanía requiere para mejor sufragar.

La libertad de prensa y de información son derechos que tenemos que respetarlos y preservarlos. Corresponde a los medios de comunicación difundir las noticias con libertad y, a la ciudadanía, recibir la información que le permita estar en mejores condiciones para tomar una decisión.

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